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  • Vigila tus pasos cuando vayas a la Casa de Dios. Acércate dispuesto a escuchar, más bien que a ofrecer el sacrificio de los insensatos, porque ellos no se dan cuenta que obran mal. (Eclesiastés 4, 17)

  • No nos han extraviado las invenciones de un arte humano perverso ni el esfuerzo estéril de los pintores de quimeras: esas figuras embadurnadas de colores abigarrados, (Sabiduría 15, 4)

  • Teme al Señor y glorifica al sacerdote, dale su parte, como se te ha mandado: las primicias, el sacrificio de reparación y el lomo de las víctimas, las ofrendas consagradas y la primicia de las cosas santas. (Eclesiástico 7, 31)

  • Un hombre no puede tenerlo todo, porque el ser humano no es inmortal. (Eclesiástico 17, 30)

  • Ofrecer en sacrificio el fruto de la injusticia es presentar una ofrenda defectuosa, y los dones de los impíos no son aceptados. (Eclesiástico 34, 18)

  • Observar la Ley es como presentar muchas ofrendasy ser fiel a los mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión; (Eclesiástico 35, 1)

  • devolver un favor es hacer una oblación de harina y hacer limosna es ofrecer un sacrificio de alabanza. (Eclesiástico 35, 2)

  • La manera de agradar al Señor es apartarse del mal, y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación. (Eclesiástico 35, 3)

  • El sacrificio del justo es aceptado y su memorial no caerá en el olvido. (Eclesiástico 35, 6)

  • No pretendas sobornarlo con un don, porque no lo aceptaría, y no te apoyes en un sacrificio injusto. (Eclesiástico 35, 11)

  • Como se aparta la grasa del sacrificio de comunión, así fue elegido David entre los israelitas. (Eclesiástico 47, 2)

  • El Señor ha dicho: Este pueblo se acerca a mí con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí, y el temor que me tiene no es más que un precepto humano, aprendido por rutina. (Isaías 29, 13)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina