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  • La víctima deberá ser comida el mismo día en que ofrezcan el sacrificio, o al día siguiente, y lo que quede para el tercer día, será quemado. (Levítico 19, 6)

  • Y si alguien come algo al tercer día, la víctima no le será aceptada, porque se ha convertido en algo nocivo. (Levítico 19, 7)

  • Pero lo harán en el segundo mes, el día catorce, a la hora del crepúsculo. Comerán la víctima pascual con pan sin levadura y con hierbas amargas, (Números 9, 11)

  • Para aquel que es impuro, se tomará un poco de ceniza de la víctima quemada para la purificación, y se la mezclará con agua viva dentro de un recipiente. (Números 19, 17)

  • También se ofrecerá un chivo como sacrificio por el pecado. Todo esto, además de la víctima por el pecado ofrecida en la fiesta de la Expiación, del holocausto perpetuo, de su oblación y de sus correspondientes libaciones. (Números 29, 11)

  • Si el homicida mató a la víctima por odio, o si le arrojó intencionalmente un objeto capaz de causar la muerte, (Números 35, 20)

  • Inmola al Señor, tu Dios, como víctima pascual, un animal del ganado mayor o menor, en el lugar que él elija para constituirlo morada de su Nombre. (Deuteronomio 16, 2)

  • No comas la víctima con pan fermentado. Durante siete días comerás pan sin levadura, que es un pan de aflicción, porque tú saliste precipitadamente de Egipto: así te acordarás siempre del día en que saliste de Egipto. (Deuteronomio 16, 3)

  • No inmoles la víctima pascual en cualquiera de las ciudades que el Señor, tu Dios, te dará. (Deuteronomio 16, 5)

  • Cocerás y comerás la víctima en el lugar que el Señor, tu Dios, elija, y a la mañana siguiente emprenderás el camino de regreso a tu casa. (Deuteronomio 16, 7)

  • Es preciso evitar que el vengador del homicidio persiga lleno de furor al homicida, lo alcance -ya que el camino es muy largo- y le quite la vida, siendo así que no es reo de muerte, porque nunca fue enemigo de su víctima. (Deuteronomio 19, 6)

  • tus ancianos y tus jueces irán a medir las distancias que hay entre la víctima y las ciudades de alrededor. (Deuteronomio 21, 2)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina