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yo le he entregado en manos del conductor de las naciones, para que le trate conforme a su maldad; ¡le he desechado! (Ezequiel 31, 11)
Extranjeros, los más báraros entre las naciones, lo han talado y lo han abandonado. En los montes y por todos los valles yace su ramaje; sus ramas están destrozadas por todos los barrancos del país; toda la población del país se ha retirado de su sombra y lo ha abandonado. (Ezequiel 31, 12)
Hice temblar a las naciones por el estrépito de su caída, cuando le precipité en el seol, con los que bajan a la fosa. En los infiernos se consolaron todos los árboles de Edén, lo más selecto y más bello del Líbano, regados todos por las aguas. (Ezequiel 31, 16)
Y al mismo tiempo que él, bajaron al seol, donde las víctimas de la espada, los que eran su brazo y moraban a su sombra en medio de las naciones. (Ezequiel 31, 17)
Hijo de hombre, entona una elegía sobre Faraón, rey de Egipto. Le dirás: Leoncillo de las naciones, estás perdido. Eras como un cocodrilo en los mares, chapoteabas en tus ríos, enturbiabas el agua con tus patas, agitabas su corriente. (Ezequiel 32, 2)
Entristeceré el corazón de muchos pueblos cuando haga llegar la noticia de tu ruina entre las naciones, hasta países que no conoces. (Ezequiel 32, 9)
Abatiré la multitud de tus súbditos, por la espada de guerreros, todos ellos los más bárbaros de las naciones; arrasarán el orgullo de Egipto y toda su multitud será exterminada. (Ezequiel 32, 12)
Una elegía es ésta, que cantarán las hijas de las naciones. La cantarán sobre Egipto y sobre toda su multitud. Cantarán esta elegía, oráculo del Señor Yahveh. (Ezequiel 32, 16)
Hijo de hombre, haz una lamentación sobre la multitud de Egipto, hazle bajar, a él y a las hijas de las naciones, majestuosas, a los infiernos, con los que bajan a la fosa. (Ezequiel 32, 18)
No volverán a ser presa de las naciones, las bestias salvajes no volverán a devorarlos. Habitarán en seguridad y no se les turbará más. (Ezequiel 34, 28)
Haré brotar para ellos un plantío famoso; no habrá más víctimas del hambre en el país, ni sufrirán más el ultraje de las naciones. (Ezequiel 34, 29)
Por haber dicho tú: «Las dos naciones, los dos países son míos, vamos a tomarlos en posesión», siendo así que Yahveh estaba allí, (Ezequiel 35, 10)