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  • Lisias entonces subió a la tribuna e hizo la mejor defensa que pudo; les convenció y calmó, y les dispuso a la benevolencia. Luego partió hacia Antioquía. Así sucedió con la expedición y la retirada del rey. (II Macabeos 13, 26)

  • En sus días, subió Senaquerib, que envió por delante a Rabsaqués; éste partió, levantó contra Sión la mano, y se engrió en su altanería. (Eclesiástico 48, 18)

  • Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en Nínive. (Isaías 37, 37)

  • ¡Despierta, despierta, revístete de poderío, oh brazo de Yahveh! ¡Despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas! ¿No eres tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón? (Isaías 51, 9)

  • Partió Jeremías de Tófet a donde le había enviado Yahveh a profetizar y, parándose en el atrio de la Casa de Yahveh, dijo a todo el pueblo: (Jeremías 19, 14)

  • A los profetas. Se me partió el corazón en mis adentros, estremeciéronse todos mis huesos, me quedé como un borracho, como aquél a quien le domina el vino, por causa de Yahveh, por causa de sus santas palabras. (Jeremías 23, 9)

  • «Se partió el cuerno de Moab y su brazo se rompió», - oráculo de Yahveh -. (Jeremías 48, 25)

  • ¡Cómo se partió y fue quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones! (Jeremías 50, 23)

  • También ella fue al destierro, al cautiverio partió, también sus niños fueron estrellados en el cruce de todas las calles; se echaron suertes sobre sus notables, y todos sus grandes fueron aherrojados con cadenas. (Nahún 3, 10)

  • Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. (Mateo 11, 1)

  • Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí. (Mateo 13, 53)

  • Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. (Mateo 15, 36)


“Nossa Senhora recebeu pela inefável bondade de Jesus a força de suportar até o fim as provações do seu amor. Que você também possa encontrar a força de perseverar com o Senhor até o Calvário!” São Padre Pio de Pietrelcina