pronađen 269 Rezultati za: animal muerto encontrado

  • No presentaréis ante Yahveh animal ciego, quebrado, mutilado, ulcerado, sarnoso o ruin; de ellos nada pondréis en el altar como manjar que se abrasa para Yahveh. (Levítico 22, 22)

  • No ofreceréis a Yahveh animal que tenga los testículos aplastados, majados, arrancados o cortados. No hagáis est en vuestra tierra. (Levítico 22, 24)

  • Quien blasfeme el Nombre de Yahveh, será muerto; toda la comunidad lo lapidará. Sea forastero o nativo, si blasfema el Nombre, morirá. (Levítico 24, 16)

  • El que hiera de muerte a un animal indemnizará por él: vida por vida. (Levítico 24, 18)

  • El que mate un animal, indemnizará por él; mas el que mate a un hombre, morirá. (Levítico 24, 21)

  • Si se trata de un animal que se puede ofrecer a Yahveh como ofrenda, todo lo que se entregue así a Yahveh será cosa sagrada. (Levítico 27, 9)

  • No se cambiará ni se sustituirá bueno por malo, ni malo por bueno; y si se sustituye un animal por otro, tanto el permutado como su sustituto serán cosa sagrada. (Levítico 27, 10)

  • Mas si se trata de un animal impuro, de los que no se pueden ofrecer como ofrenda a Yahveh, se presentará el animal al sacerdote, (Levítico 27, 11)

  • Si se trata de un animal impuro, y lo quiere rescatar según la tasación, añadirá la quinta parte al precio; pero si no es rescatado, será vendido, conforme a la tasación. (Levítico 27, 27)

  • Nada de lo que a uno pertenece - hombre, animal o campo de su propiedad - que haya sido consagrado a Yahveh con anatema podrá venderse ni rescatarse. Todo anatema es cosa sacratísima para Yahveh. (Levítico 27, 28)

  • No se escogerá entre animal bueno o malo, ni se le puede sustituir; y si se hace cambio, tanto el animal permutado como su sustituto serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados. (Levítico 27, 33)

  • Cuando haya de trasladarse la Morada, la desmontarán los levitas, y cuando la Morada se detenga, los levitas la montarán. El laico que se acerque, será muerto. (Números 1, 51)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina