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  • Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡La voz de mi amado que llama!: «¡Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, mi perfecta! Que mi cabeza está cubierta de rocío y mis bucles del relente de la noche.» (Cantar 5, 2)

  • Su cabeza es oro, oro puro; sus guedejas, racimos de palmera, negras como el cuervo. (Cantar 5, 11)

  • Tu cabeza sobre ti, como el Carmelo, y tu melena, como la púrpura; ¡un rey en esas trenzas está preso! (Cantar 7, 6)

  • Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza. (Cantar 8, 3)

  • Después serán cadáveres despreciables, objeto de ultraje entre los muertos para siempre. Porque el Señor los quebrará lanzándolos de cabeza, sin habla, los sacudirá de sus cimientos; quedarán totalmentes asolados, sumidos en el dolor, y su recuerdo se perderá. (Sabiduría 4, 19)

  • Llevaba en su vestido talar el mundo entero, grabados en cuatro hileras de piedras los nombres gloriosos de los Padres y tu majestad en la diadema de su cabeza. (Sabiduría 18, 24)

  • Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor. (Eclesiástico 3, 13)

  • Hazte querer de la asamblea, ante un grande baja tu cabeza. (Eclesiástico 4, 7)

  • La sabiduría del humilde le hace erguir la cabeza, y le da asiento entre los grandes. (Eclesiástico 11, 1)

  • Levanta su cabeza, y por él se admiran muchos. (Eclesiástico 11, 13)

  • Meneará su cabeza, batirá palmas, cuchicheará mucho y mudará de cara. (Eclesiástico 12, 18)

  • Te avergonzará en sus festines, hasta despojarte dos, tres veces, y para terminar se burlará de ti. Después, si te ve, te dejará a un lado, y meneará la cabeza ante ti. (Eclesiástico 13, 7)


“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina