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  • Nosotros, necios por seguir a Cristo; vosotros, sabios en Cristo. Débiles nosotros; mas vosotros, fuertes. Vosotros llenos de gloria; mas nosotros, despreciados. (I Corintios 4, 10)

  • Pero tened cuidado que esa vuestra libertad no sirva de tropiezo a los débiles. (I Corintios 8, 9)

  • Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. (I Corintios 9, 22)

  • Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. (I Corintios 11, 30)

  • Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. (I Corintios 12, 22)

  • Para vergüenza vuestra lo digo; ¡como si nos hubiéramos mostrado débiles...! En cualquier cosa en que alguien presumiere - es un locura lo que digo - también presumo yo. (II Corintios 11, 21)

  • Pues, ciertamente, fue crucificado en razón de su flaqueza, pero está vivo por la fuerza de Dios. Así también nosotros: somos débiles en él, pero viviremos con él por la fuerza de Dios sobre vosotros. (II Corintios 13, 4)

  • Ciertamente, nos alegramos cuando somos nosotros débiles y vosotros fuertes. Lo que pedimos es vuestro perfeccionamiento. (II Corintios 13, 9)

  • Os exhortamos, asimismo, hermanos, a que amonestéis a los que viven desconcertados, animéis a los pusilánimes, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. (I Tesalonicenses 5, 14)

  • Tienen los ojos llenos de adulterio, que no se sacian de pecado, seducen a las almas débiles, tienen el corazón ejercitado en la codicia, ¡hijos de maldición! (II Pedro 2, 14)

  • Lo escribe también en todas las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente - como también las demás Escrituras - para su propia perdición. (II Pedro 3, 16)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina