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  • El que tiene confianza en la ley atiende a los mandamientos, y el que pone su confianza en el Señor no sufre daño. (Eclesiástico 32, 24)

  • Que el fuego de la ira devore al que se escape, y los que hacen daño a tu pueblo hallen la perdición. (Eclesiástico 36, 8)

  • No lo olvides: no hay retorno, a él no le aprovechará, y te harás daño a ti mismo. (Eclesiástico 38, 21)

  • Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar. (Isaías 11, 9)

  • Lobo y cordero pacerán a una, el león comerá paja como el buey , y la serpiente se alimentará de polvo, no harán más daño ni perjuicio en todo mi santo monte - dice Yahveh. (Isaías 65, 25)

  • Que te enseñe tu propio daño, que tus apostasías te escarmienten; reconoce y ve lo malo y amargo que te resulta el dejar a Yahveh tu Dios y no temblar ante mí - oráculo del Señor Yahveh Sebaot -. (Jeremías 2, 19)

  • Renegaron de Yahveh diciendo: «¡El no cuenta!, ¡no nos sobrevendrá daño alguno, ni espada ni hambre veremos! (Jeremías 5, 12)

  • y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda (y no vertéis sangre inocente en este lugar), ni andáis en pos de otros dioses para vuestro daño, (Jeremías 7, 6)

  • Yo nunca te apremié a hacer daño; el día irremediable no he anhelado; tú lo sabes: lo salido de mis labios enfrente de tu faz ha estado. (Jeremías 17, 16)

  • Porque me he fijado en esta ciudad para su daño, no para su bien - oráculo de Yahveh -: será puesta en manos del rey de Babilonia, que la incendiará.» (Jeremías 21, 10)

  • ¿Por ventura le mataron Ezequías, rey de Judá, y todo Judá?, ¿no temió a Yahveh y suplicó a la faz de Yahveh, y se arrepintió Yahveh del daño con que les había amenazado? Mientras que nosotros estamos haciéndonos mucho daño a nosotros mismos.» (Jeremías 26, 19)

  • Y dijeron aquellos jefes al rey: «Ea, hágase morir a ese hombre, porque con eso desmoraliza a los guerreros que quedan en esta ciudad y a toda la plebe, diciéndoles tales cosas. Porque este hombre no procura en absoluto el bien del pueblo, sino su daño.» (Jeremías 38, 4)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina