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Comerán aquello que ha servido para su expiación al investirlos y consagrarlos; pero que ningún laico coma de ello, porque es cosa sagrada. (Exodo 29, 33)
Cualquiera que prepare otro semejante, o derrame de él sobre un laico, será exterminado de su pueblo. (Exodo 30, 33)
Ningún laico comerá de las cosas sagradas; ningún huésped del sacerdote ni jornalero suyo comerá de las cosas sagradas. (Levítico 22, 10)
La hija de un sacerdote, casada con un laico, no podrá comer de la ofrenda reservada de las cosas sagradas. (Levítico 22, 12)
Pero si la hija de un sacerdote queda viuda o es repudiada, y sin tener prole vuelve a la casa de su padre, podrá comer del pan de su padre, como en su juventud. Pero ningún laico comerá de él. (Levítico 22, 13)
Cuando haya de trasladarse la Morada, la desmontarán los levitas, y cuando la Morada se detenga, los levitas la montarán. El laico que se acerque, será muerto. (Números 1, 51)
A Aarón y a sus hijos los alistarás para que se encarguen de sus funciones sacerdotales. El laico que se acerque, será muerto.» (Números 3, 10)
Acampaban al este, frente a la Morada, delante de la Tienda del Encuentro hacia oriente, Moisés y Aarón con sus hijos que estaban encargados del santuario en nombre de los israelitas. Cualquier laico que se acercara, sería muerto. (Números 3, 38)
Sirven para recordar a los israelitas que no se acerque ningún laico, que no sea de la descendencia de Aarón, a ofrecer el incienso delante de Yahveh; no le ocurra lo que a Coré y a su cuadrilla, según se lo había dicho Yahveh por medio de Moisés. (Números 17, 5)
Serán tus ayudantes, desempeñarán el ministerio en la Tienda, y ningún laico se acercará a vosotros. (Números 18, 4)
Pero tú y tus hijos os ocuparéis de vuestro sacerdocio en todo lo referente al altar y a todo lo de detrás del velo y prestaréis vuestro servicio. Como un servicio gratuito os doy vuestro sacerdocio. El laico que se acerque morirá.» (Números 18, 7)
Han decidido, igualmente, consumir las primicias del trigo y el diezmo del vino y del aceite que habían reservado, porque están consagrados a los sacerdotes que están en la presencia de nuestro Dios, en Jerusalén, y que ningún laico puede ni tan siquiera tocar con la mano. (Judit 11, 13)