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  • Parecieron bien estas palabras a Jamor y a Siquén, su hijo. (Génesis 34, 18)

  • y Olibamá a Yeús, Yalán y Coré. Éstos fueron los hijos de Esaú, que le nacieron en tierra de Canaán. (Génesis 36, 5)

  • Tales fueron los hijos de Basemat, mujer de Esaú. Hijos de Olibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, mujer de Esaú: Yeús, Yalán y Coré. (Génesis 36, 14)

  • Hijos de Olibamá, mujer de Esaú: Yeús, Yalán, Coré. Tales fueron los jefes de tribu, hijos de Olibamá, hija de Aná y mujer de Esaú. (Génesis 36, 18)

  • Sigue la historia de Jacob. José tenía diecisiete años cuando iba a apacentar el rebaño con sus hermanos, los hijos de Bihl y de Zilpa, mujeres de su padre. Y José contó a su padre la mala fama que tenían sus hermanos. (Génesis 37, 2)

  • Sus hermanos respondieron: "¿Es que vas a ser tú rey y señor nuestro?". Y le odiaban todavía más por sus sueños y por sus palabras. (Génesis 37, 8)

  • Y se pusieron a comer. Alzando los ojos, divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos iban cargados de aromas, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto. (Génesis 37, 25)

  • Y mandaron a su padre la túnica de mangas largas con estas palabras: "Esto es lo que hemos encontrado; mira a ver si es o no la túnica de tu hijo". (Génesis 37, 32)

  • Enviad uno de vosotros a buscar a vuestro hermano y los demás quedad prisioneros. Así se comprobarán vuestras palabras, y se verá si decís o no verdad. Si no, ¡vive el Faraón, que sois espías!". (Génesis 42, 16)

  • Pero habéis de traerme a vuestro hermano menor. Así serán verificadas vuestras palabras y no moriréis". Ellos lo hicieron así. (Génesis 42, 20)

  • Judá se acercó a él y le dijo: "Perdón, señor. Permite a tu siervo dirigir una palabra a mi señor, sin que por eso se irrite contra él, porque tú eres en verdad como el Faraón. (Génesis 44, 18)

  • todo Egipto está a tu disposición. Instala a tu padre y a tus hermanos en lo mejor del país; que se queden en la región de Gosen y, si sabes que entre ellos hay hombres de valía, ponlos de mayorales de mis ganados". (Génesis 47, 6)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina