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  • Los habitantes de Jebús dijeron a David: "No entrarás aquí". Pero David se apoderó de la fortaleza de Sión, llamada luego ciudad de David. (I Crónicas 11, 5)

  • El espíritu se apoderó de Amasay, jefe de los treinta, que dijo: "¡Somos tuyos, David. Estamos contigo, hijo de Jesé. La paz, la paz contigo y con los tuyos, porque tu ayuda es Dios!". David los recibió y los puso entre los jefes de tropa. (I Crónicas 12, 19)

  • El temor de Dios se apoderó aquel día de David, que dijo: "¿Cómo voy a llevar a mi casa el arca de Dios?". (I Crónicas 13, 12)

  • David se apoderó de los escudos de oro que llevaba la guardia de Hadadézer y los llevó a Jerusalén. (I Crónicas 18, 7)

  • En Tibjab y en Cun, ciudades de Hadadézer, se apoderó también de una gran cantidad de bronce, que sirvió a Salomón para hacer la pila, las columnas y los utensilios de bronce. (I Crónicas 18, 8)

  • Al año siguiente, al tiempo en que suelen salir los reyes de campaña, Joab, a la cabeza de un gran ejército, marchó contra la tierra de los amonitas y la devastó. Luego puso asedio a Rabá, mientras David estaba en Jerusalén. Joab se apoderó de Rabá y la destruyó. (I Crónicas 20, 1)

  • Sesac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén y se apoderó de los tesoros del templo del Señor y del palacio real; todo se lo llevó, incluso los escudos de oro que había hecho el rey Salomón. (II Crónicas 12, 9)

  • se apoderó de todo el oro y la plata y de todos los utensilios que había en el templo del Señor, en la casa de Obededón y en los tesoros del palacio real, tomó rehenes y se volvió a Samaría. (II Crónicas 25, 24)

  • Acaz se apoderó de gran parte de los bienes del templo del Señor, del palacio real y de la casa de los jefes y se lo mandó al rey de Asiria, pero de nada le sirvió. (II Crónicas 28, 21)

  • Se apoderó de Cilicia, deshaciéndose de todos los que le ofrecían resistencia; llegó al país de Jafet, al sur, cara a la Arabia; (Judit 2, 25)

  • Entró altivamente en el templo y se apoderó del altar de oro, del candelabro con todos sus accesorios, (I Macabeos 1, 21)

  • Judas declaró entonces la guerra a los descendientes de Esaú en Idumea, en Acrabatene, porque asediaban a los israelitas. Les infligió una fuerte derrota, los humilló y se apoderó de su botín. (I Macabeos 5, 3)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina