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  • Pero cuando moría el juez, volvían a caer y obraban peor que sus padres; no abandonaban las prácticas condenables y la terca conducta de sus padres. (Jueces 2, 19)

  • escucha lo que ellos dicen; después de esto cobrarás más ánimo y caerás sobre el campamento". Bajó él con su siervo Furá hasta los últimos puestos de los hombres armados del campamento. (Jueces 7, 11)

  • Mañana por la mañana, a la salida del sol, levántate y cae sobre la ciudad. Cuando Gaal, con su gente, salga contra ti, haz con ellos lo que mandan las circunstancias". (Jueces 9, 33)

  • Así hizo caer Dios sobre la cabeza de Abimelec todo el mal que él había hecho a su padre, matando a sus setenta hermanos. (Jueces 9, 56)

  • Dios hizo igualmente recaer sobre la cabeza de los hombres de Siquén el mal que habían hecho, cumpliéndose la maldición de Jotán, el hijo de Yerubaal. (Jueces 9, 57)

  • Devorado por la sed, clamó al Señor: "Tú me has dado esta gran victoria, ¿y ahora me voy a morir de sed y a caer en manos de esos incircuncisos?". (Jueces 15, 18)

  • Dejad caer espigas de vuestros manojos para que las recoja, sin inquietarla". (Rut 2, 16)

  • Entonces el pueblo dijo a Saúl: "¿Va a morir Jonatán, que ha hecho esta gran liberación en Israel? ¡Lejos de nosotros! Vive el Señor que no caerá a tierra un solo cabello de su cabeza, porque hoy ha actuado Dios con él". Así salvó el pueblo a Jonatán y no murió. (I Samuel 14, 45)

  • Saúl repuso: "Decid a David: El rey no quiere dote, sino cien prepucios de filisteos para venganza de los enemigos del rey". Saúl tramaba hacer caer a David en manos de los filisteos. (I Samuel 18, 25)

  • y se hizo el tonto y el loco delante de ellos; tocaba el tambor sobre los batientes de la puerta y dejaba caer la baba sobre su barba. (I Samuel 21, 14)

  • Cuando David supo que Nabal había muerto, dijo: "Bendito sea el Señor, que me ha hecho justicia del insulto que recibí de Nabal; impidió a su siervo hacer el mal e hizo recaer la maldad de Nabal sobre su cabeza". Después David mandó a decir a Abigaíl que quería casarse con ella. (I Samuel 25, 39)

  • David tomó de la cabecera de Saúl la lanza y el jarro de agua y se fueron. Nadie los vio; nadie se dio cuenta; nadie se despertó, pues todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un profundo sueño. (I Samuel 26, 12)


“Como é belo esperar!” São Padre Pio de Pietrelcina