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  • De David Bendito sea el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para la batalla y mis puños para el combate; (Salmos 144, 1)

  • Tú das a los reyes la victoria, tú salvas a tu siervo David de la espada mortal. (Salmos 144, 10)

  • Himno de David Te ensalzaré, rey mío y Dios mío, bendeciré tu nombre por siempre jamás; (Salmos 145, 1)

  • Fortificaron la ciudad de David con un muro grande y sólido, defendido con torres fuertes, y la convirtieron en ciudadela. (I Macabeos 1, 33)

  • Refirieron a los ministros del rey y a las fuerzas estacionadas en Jerusalén, ciudad de David, que algunos hombres, transgresores de la orden del rey, se habían refugiado en el desierto. (I Macabeos 2, 31)

  • David, por su piedad, heredó el trono de un reino eterno. (I Macabeos 2, 57)

  • A la vista de un ejército tan temible, oró así: "Bendito seas tú, oh Salvador de Israel, que quebrantaste la fortaleza de un gigante por medio de tu siervo David y entregaste el ejército de los filisteos a Jonatán, hijo de Saúl, y a su escudero. (I Macabeos 4, 30)

  • Cayeron cerca de quinientos hombres de los de Nicanor, y el resto huyó a la ciudad de David. (I Macabeos 7, 32)

  • A sus órdenes los judíos consiguieron expulsar a los paganos de los territorios ocupados, especialmente de la ciudad de David, Jerusalén, donde habían construido una ciudadela, de la que salían profanando los aledaños del templo e infligiendo graves ofensas a su santidad. (I Macabeos 14, 36)

  • Todo esto se lee también en los anales y en las memorias de Nehemías; además se dice que reunió una biblioteca y que puso en ella los libros de los reyes, los escritos de los profetas, los de David y las cartas de los reyes relativas a las ofrendas. (II Macabeos 2, 13)

  • Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel. (Proverbios 1, 1)

  • Palabras de Qohélet, hijo de David, rey de Jerusalén. (Eclesiastés 1, 1)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina