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  • Quenán vivió en total novecientos diez años, y murió. (Génesis 5, 14)

  • bendito sea el Dios altísimo, que ha puesto en tus manos a tus enemigos". Y Abrán le dio el diez por ciento de todo. (Génesis 14, 20)

  • Diez años después de haberse establecido Abrán en el país de Canaán, Saray tomó a Agar, su esclava egipcia, y se la dio por mujer a Abrán, su marido. (Génesis 16, 3)

  • Abrahán volvió a decir: "No se irrite mi Señor. Voy a hablar por última vez. A lo mejor sólo hay diez". Y el Señor respondió: "No la destruiré en consideración a esos diez". (Génesis 18, 32)

  • El criado tomó diez camellos de los de su señor y partió llevando consigo toda clase de regalos de su señor. Puesto en camino, llegó a Arán Naharáyim, la ciudad de Najor. (Génesis 24, 10)

  • él, en cambio, me ha engañado y me ha mudado el salario diez veces, aunque Dios no le ha permitido hacerme mal. (Génesis 31, 7)

  • Así he estado veinte años en tu casa; catorce te he servido por tus hijas y seis por tu ganado, y tú me has mudado el salario diez veces. (Génesis 31, 41)

  • cuarenta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez asnos. (Génesis 32, 16)

  • Diez de los hermanos de José bajaron a Egipto a comprar grano. (Génesis 42, 3)

  • Envió a su padre diez asnos cargados con lo mejor de la tierra de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y comida para el camino. (Génesis 45, 23)

  • José habitó en Egipto, él y la familia de su padre; vivió ciento diez años. (Génesis 50, 22)

  • José murió a los ciento diez años, lo embalsamaron y lo pusieron en un sarcófago en Egipto. (Génesis 50, 26)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina