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  • Y los sacerdotes accedieron a no recibir dinero de la gente y a no tener que reparar los desperfectos del templo. (II Reyes 12, 9)

  • Entonces el sacerdote Yehoyadá tomó una caja, hizo un agujero en su tapa y la colocó junto al altar, a la derecha del que entraba en el templo del Señor. Y los sacerdotes que guardaban la puerta echaban allí todo el dinero que traían al templo del Señor. (II Reyes 12, 10)

  • Cuando veían que en la caja había mucho dinero, el secretario real y el sumo sacerdote la vaciaban y contaban el dinero encontrado en el templo del Señor. (II Reyes 12, 11)

  • Y este dinero, una vez pesado, lo entregaban a los capataces encargados de los trabajos del templo del Señor, los cuales lo pasaban a los carpinteros y constructores que trabajaban en el templo del Señor, (II Reyes 12, 12)

  • Pero con el dinero traído al templo del Señor no se hicieron para él copas de plata, cuchillos, aspersorios, trompetas ni instrumento alguno de oro o plata, (II Reyes 12, 14)

  • Y no se pedía cuentas a los hombres en cuyas manos se ponía el dinero para darlo a los obreros, porque se portaban con fidelidad. (II Reyes 12, 16)

  • El dinero del sacrificio por la culpa y el dinero del sacrificio por el pecado no se traía al templo del Señor, sino que era para los sacerdotes. (II Reyes 12, 17)

  • Menajén sacó este dinero a los ricos de Israel para darlo al rey de Asiria, a razón de medio kilo de plata cada uno. El rey de Asiria se retiró sin detenerse en el país. (II Reyes 15, 20)

  • "Vete a ver al sumo sacerdote Jelcías y dile que reúna el dinero aportado al templo del Señor, que los guardas de la puerta han recogido del pueblo; (II Reyes 22, 4)

  • Pero que no se les pida cuentas del dinero que se les dé, porque se portan fielmente". (II Reyes 22, 7)

  • Safán fue inmediatamente a informar al rey: "Tus siervos han recogido el dinero que había en el templo y se lo han dado a los encargados de las obras". (II Reyes 22, 9)

  • y todos los jefes y el pueblo entero vinieron con alegría a depositar su dinero en el arca hasta llenarla. (II Crónicas 24, 10)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina