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  • El resto de la historia de Ezequías y sus obras de piedad están escritas en la visión del profeta Isaías, hijo de Amós, en el libro de los reyes de Judá y de Israel. (II Crónicas 32, 32)

  • Esto dice el Señor: Voy a traer la desgracia sobre este lugar y sobre sus habitantes, es decir, todas las maldiciones escritas en el libro que ha sido leído al rey de Judá, (II Crónicas 34, 24)

  • Y luego, de pie en el estrado, selló ante la presencia del Señor el pacto de seguir al Señor, de guardar sus mandatos, sus instrucciones y sus leyes con todo el corazón y con toda el alma y de cumplir las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. (II Crónicas 34, 31)

  • Jeremías compuso una lamentación sobre Josías, que todos los cantores y cantoras recitan todavía hoy entre sus elegías sobre el rey Josías; ha venido a ser una regla en Israel, y están escritas en las Lamentaciones. (II Crónicas 35, 25)

  • El rey mandó emisarios a Jerusalén y a las ciudades de Judá con órdenes escritas para que aceptaran las costumbres extrañas a su país; (I Macabeos 1, 44)

  • En cuanto Miqueas, hijo de Gamarías, hijo de Safán, oyó todas las palabras del Señor escritas en el libro, (Jeremías 36, 11)

  • Después que el rey quemó el libro con las palabras escritas por Baruc al dictado de Jeremías, la palabra del Señor fue dirigida al profeta Jeremías en estos términos: (Jeremías 36, 27)

  • Jeremías había escrito en un libro todo el mal que había de sobrevenir a Babilonia, todas estas palabras escritas acerca de Babilonia. (Jeremías 51, 60)

  • Todo Israel ha quebrantado tu ley, se ha extraviado sin querer escuchar tu voz. Por esto nos han sobrevenido las maldiciones que están escritas bajo juramento en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra él. (Daniel 9, 11)

  • Los discípulos no comprendieron estas cosas entonces; pero cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que habían sido escritas de él y que así habían ocurrido. (Juan 12, 16)


“Todas as pessoas que escolhem a melhor parte (viver em Cristo) devem passar pelas dores de Cristo; algumas mais, algumas menos…” São Padre Pio de Pietrelcina