pronađen 16 Rezultati za: Heliodoro
Apolonio se entrevistó con el rey y le informó de las citadas riquezas. Éste escogió a Heliodoro, que estaba al frente de sus negocios, y le dio orden de apoderarse de aquellos tesoros. (II Macabeos 3, 7)
Heliodoro se puso pronto en camino, simulando visitar la Celesiria y la Fenicia, pero con el propósito de ejecutar los designios del rey. (II Macabeos 3, 8)
Pero Heliodoro, siguiendo las órdenes reales, sostenía que todos aquellos tesoros debían ir a manos del rey. (II Macabeos 3, 13)
Heliodoro, en tanto, comenzaba a ejecutar sus intentos. (II Macabeos 3, 23)
Se les apareció un caballo adornado de riquísima montura y, sobre él, un jinete terrible. El caballo pateó con sus patas delanteras a Heliodoro; el que lo montaba iba armado con armadura de oro. (II Macabeos 3, 25)
Aparecieron también dos jóvenes robustos, de aspecto majestuoso, magníficamente vestidos, que se colocaron a ambos lados de Heliodoro y no paraban de azotarlo descargando sobre él una lluvia de golpes. (II Macabeos 3, 26)
Heliodoro cayó a tierra y quedó envuelto en profunda oscuridad; lo recogieron y lo llevaron en una litera. (II Macabeos 3, 27)
Llegaron rápidamente algunos de los de Heliodoro, y suplicaban a Onías que rogara al altísimo para que concediera la vida a aquel que se encontraba en su último aliento. (II Macabeos 3, 31)
El sumo sacerdote, temiendo que el rey pensara que los judíos habían atentado contra la vida de Heliodoro, ofreció un sacrificio por su salud. (II Macabeos 3, 32)
Al tiempo que el sumo sacerdote ofrecía el sacrificio por el pecado, se presentaron de nuevo ante Heliodoro los mismos jóvenes, vestidos con las mismas vestiduras; se pusieron ante él y le dijeron: "Da muchas gracias a Onías, sumo sacerdote, pues por él el Señor te ha dejado con vida. (II Macabeos 3, 33)
Heliodoro, después de ofrecer un sacrificio al Señor y desear mucha prosperidad a aquel que le había concedido la vida, se despidió de Onías y se volvió con sus tropas a la corte del rey. (II Macabeos 3, 35)
El rey preguntó a Heliodoro por la persona más indicada para enviarla otra vez a Jerusalén. (II Macabeos 3, 37)