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  • Tramaron contra él una conjura en Jerusalén, y huyó a Laquis, donde lo persiguieron y lo mataron. (II Reyes 14, 19)

  • Y cuando estaba haciendo oración en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adremélec y Saréser lo mataron a espada y huyeron a Ararat. Le sucedió en el trono su hijo Asaradón. (II Reyes 19, 37)

  • Zabad; Sutélaj; Ezer y Elead. Los nativos de Gat los mataron porque habían bajado a robar sus ganados. (I Crónicas 7, 21)

  • Los filisteos persiguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, Abinadab y Malquisúa, hijos de Saúl. (I Crónicas 10, 2)

  • El rey Roboán envió a Adorán, intendente de prestaciones personales; pero los israelitas lo mataron a pedradas. El rey Roboán tuvo que apresurarse a subir a su carro y huir a Jerusalén. (II Crónicas 10, 18)

  • La echaron y, al pasar por la puerta de las caballerizas en el palacio real, la mataron. (II Crónicas 23, 15)

  • El pueblo entero fue al templo de Baal y lo destruyeron: hicieron pedazos los altares y sus imágenes, y mataron delante de los altares a Matán, sacerdote de Baal. (II Crónicas 23, 17)

  • Al retirarse ellos, Joás quedó en grave estado, sus siervos se conjuraron contra él para vengar la sangre del hijo del sacerdote Yehoyadá, y lo mataron en su cama. Murió, y lo enterraron en la ciudad de David, pero no en el panteón real. (II Crónicas 24, 25)

  • Entre tanto, las tropas que había despedido Amasías para no llevarlas con él a la guerra invadieron las ciudades de Judá, desde Samaría hasta Bejorón, mataron a tres mil personas y se apoderaron de un gran botín. (II Crónicas 25, 13)

  • Después que Amasías se apartó del Señor, tramaron contra él una conjura en Jerusalén, y huyó a Laquis, donde lo persiguieron y lo mataron. (II Crónicas 25, 27)

  • Los sacerdotes los mataron y derramaron su sangre sobre el altar como sacrificio por los pecados de todo Israel, pues el rey había ordenado ofrecer por todo Israel el holocausto y el sacrificio por el pecado. (II Crónicas 29, 24)

  • Pero fueron insolentes, se rebelaron contra ti y echaron tu ley a sus espaldas; mataron a tus profetas, que les exhortaban a convertirse a ti, y te ofendieron gravemente. (Nehemías 9, 26)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina