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  • Entonces Janún agarró a los siervos de David, les cortó la mitad de la barba y los vestidos por la mitad, a la altura de las nalgas, y los despachó. (II Samuel 10, 4)

  • El rey pasó a Guilgal, y Quimán continuó con él. Todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel acompañaban al rey en la travesía. (II Samuel 19, 41)

  • y el rey ordenó: "Partid en dos el niño vivo y dad la mitad a cada una". (I Reyes 3, 25)

  • Yo no lo quería creer hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos, pero reconozco que no se me había dicho ni la mitad. Tu sabiduría y grandeza sobrepasan la fama que había llegado a mis oídos. (I Reyes 10, 7)

  • Pero el hombre de Dios le contestó: "Aunque me dieses la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan, ni bebería agua en este lugar; (I Reyes 13, 8)

  • Conspiró contra él su súbdito Zimrí, jefe de la mitad de los carros de guerra. Estaba en Tirsá bebiendo y borracho, en casa de Arsá, prefecto del palacio de Tirsá, (I Reyes 16, 9)

  • Hijos de Sobal, padre de Quiriat Yearín: Aroé, es decir, la mitad de los menajitas, (I Crónicas 2, 52)

  • Hijos de Salmá: Belén, los netofatitas, Atrot, Bet-Joab, la otra mitad de los menajitas, los soreítas, (I Crónicas 2, 54)

  • Entonces Janún agarró a los siervos de David, los afeitó, les cortó los vestidos por la mitad a la altura de las nalgas y los despachó. (I Crónicas 19, 4)

  • Yo no lo quería creer hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos; pero reconozco que no se me había dicho ni la mitad. Tu sabiduría y tu grandeza sobrepasan con mucho la fama que había llegado a mis oídos. (II Crónicas 9, 6)

  • A continuación trabajó Refayas, hijo de Jur, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén; (Nehemías 3, 9)

  • A continuación trabajó, acompañado de sus hijos, Salún, hijo de Halojés, gobernador de la otra mitad del distrito de Jerusalén. (Nehemías 3, 12)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina