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  • mandará traer para el que se va a purificar dos aves puras y vivas, madera de cedro, una cinta de lana escarlata y un hisopo. (Levítico 14, 4)

  • El sacerdote mandará degollar una de las aves sobre una vasija de tierra cocida llena de agua corriente. (Levítico 14, 5)

  • Para purificar la casa tomará dos aves, madera de cedro, una cinta de lana escarlata y un hisopo. (Levítico 14, 49)

  • Inmolará una de las aves en una vasija de tierra cocida llena de agua corriente. (Levítico 14, 50)

  • Separad también vosotros los animales puros de los impuros, las aves puras de las impuras, y no os contaminéis con animal alguno, ave o reptil que se arrastra sobre la tierra, animales que yo os he señalado como impuros. (Levítico 20, 25)

  • de animales o de aves, (Deuteronomio 4, 17)

  • No metas en tu casa tal cosa, pues serías, como ella, consagrado al exterminio. Las tendrás por inmundas y abominables, como cosas prohibidas y consagradas al exterminio. (Deuteronomio 7, 26)

  • Comeréis toda clase de aves puras. (Deuteronomio 14, 20)

  • Tu cadáver será pasto de las aves del cielo y de todas las bestias de la tierra, sin que nadie las espante. (Deuteronomio 28, 26)

  • y le dijo: "Ven acá, que yo daré tus carnes a las aves del cielo y a las bestias del campo". (I Samuel 17, 44)

  • Hoy el Señor te entregará en mis manos, te mataré, te cortaré la cabeza y hoy mismo daré tu cadáver y los cadáveres de los ejércitos filisteos, a las aves del cielo y a las bestias del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel, (I Samuel 17, 46)

  • Rispá, hija de Ayá, extendió un saco en la roca y allí estuvo, desde el principio de la siega hasta que llegaron las lluvias, sin dejar que las aves del cielo se lanzasen sobre sus cadáveres durante el día ni las bestias del campo durante la noche. (II Samuel 21, 10)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina