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  • Dirás al pueblo: Santificaos para mañana y comeréis carne, ya que os habéis quejado a los oídos del Señor, diciendo: ¡Quién nos diera carne para comer! ¡Estábamos mejor en Egipto! Pues bien, el Señor os dará carne para comer. (Números 11, 18)

  • Moisés respondió: "¿Seiscientos mil hombres de a pie cuenta el pueblo en medio del cual me encuentro, y tú dices: Yo les daré a comer carne durante un mes entero? (Números 11, 21)

  • Todavía tenían la carne entre los dientes, sin haberla aún acabado, cuando el Señor montó en cólera contra el pueblo y lo hirió con una gran plaga. (Números 11, 33)

  • y su carne será para ti lo mismo que el pecho ofrecido con rito de presentación y la pierna derecha. (Números 18, 18)

  • Hará quemar la novilla en su presencia; será quemada piel, carne, sangre y excrementos. (Números 19, 5)

  • Siempre que quieras podrás matar animales y comer su carne en todas tus ciudades, en la medida que te haya bendecido el Señor, tu Dios; y podrán comerla el puro y el impuro, como si se tratase de la gacela o del ciervo. (Deuteronomio 12, 15)

  • Cuando el Señor, tu Dios, haya ensanchado tus fronteras tal como lo ha prometido, y tú digas: Yo quisiera comer carne, porque sientes deseo de ella, podrás comer toda la carne que quieras. (Deuteronomio 12, 20)

  • Ten solamente buen cuidado de no comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida con la carne. (Deuteronomio 12, 23)

  • Allí ofrecerás el holocausto sobre el altar del Señor, tu Dios. En los sacrificios, la sangre será derramada sobre el altar del Señor, tu Dios, y la carne la podrás comer. (Deuteronomio 12, 27)

  • No se verá levadura esos siete días entre vosotros, en todo vuestro territorio; y de la carne de la víctima inmolada por la tarde no se reserve nada para la noche hasta la mañana siguiente. (Deuteronomio 16, 4)

  • el primer marido no podrá volver a casarse con ella, pues se ha vuelto impura; sería una cosa horrenda ante el Señor, y tú no debes manchar con pecados la tierra que el Señor, tu Dios, te da en heredad. (Deuteronomio 24, 4)

  • En medio del asedio y de la angustia a que te habrá reducido el enemigo, tú comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y tus hijas, que el Señor, tu Dios, te haya dado. (Deuteronomio 28, 53)


“Não sejamos mesquinhos com Deus que tanto nos enriquece.” São Padre Pio de Pietrelcina