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  • Todo cuanto toque la carne quedará consagrado. Si la sangre salpicare alguna vestidura, ésta será lavada en lugar sagrado. (Levítico 6, 20)

  • La carne del sacrificio de reconciliación ofrecido en acción de gracias deberá comerse el día mismo en que se ofrece, sin dejar nada para el día siguiente". (Levítico 7, 15)

  • Si se come al tercer día la carne del sacrificio de reconciliación, el oferente no será grato; su ofrenda no será tenida en cuenta, y el que haya comido de ella llevará el peso de su falta. (Levítico 7, 18)

  • La carne que haya tocado algo impuro, cualquier cosa que sea, no se podrá comer; deberá ser quemada. Cualquiera que esté puro podrá comer la carne; (Levítico 7, 19)

  • pero si alguno en estado de impureza come la carne del sacrificio de reconciliación ofrecido al Señor, será extirpado de su pueblo. (Levítico 7, 20)

  • El que después de haber tocado una impureza de hombre o animal o cualquier otra cosa impura coma de la carne del sacrificio de reconciliación ofrecido al Señor, será extirpado de su pueblo". (Levítico 7, 21)

  • Lo que quedaba del novillo: la piel, la carne y los excrementos, lo quemó fuera del campamento, como el Señor había ordenado a Moisés. (Levítico 8, 17)

  • Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: "Coced la carne a la puerta de la tienda de la reunión y comedla allí con el pan que hay en la cesta de la consagración, como yo he ordenado, diciendo: Aarón y sus hijos lo comerán. (Levítico 8, 31)

  • Las sobras de la carne y del pan las quemaréis. (Levítico 8, 32)

  • la carne y la piel las quemó fuera del campamento. (Levítico 9, 11)

  • Puesto que su sangre no fue introducida dentro del santuario, debíais haber comido la carne en ese lugar santo, como yo había ordenado". (Levítico 10, 18)

  • Los consideraréis impuros, no comeréis su carne y tendréis por inmundos sus cadáveres. (Levítico 11, 11)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina