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  • El Espíritu Santo quería demostrar con esto que el camino del santuario no estaba abierto mientras subsistiese el primer tabernáculo. (Hebreos 9, 8)

  • y entró de una vez para siempre en el santuario, no con sangre de machos cabríos y de becerros, sino con su propia sangre, adquiriéndonos una liberación eterna. (Hebreos 9, 12)

  • Porque Cristo no entró en un santuario hecho por mano de hombre, simple figura del verdadero, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro. (Hebreos 9, 24)

  • No para ofrecerse a sí mismo más veces, como lo hace el sumo sacerdote, que entra cada año en el santuario, con sangre ajena; (Hebreos 9, 25)

  • Así pues, hermanos, puesto que tenemos la gozosa esperanza de entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, (Hebreos 10, 19)

  • Porque él esperaba la ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. (Hebreos 11, 10)

  • Ellos, en cambio, aspiraban a una patria mejor, es decir, celeste. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de llamarse "su Dios", porque les ha preparado una ciudad. (Hebreos 11, 16)

  • Vosotros, en cambio, os habéis acercado a la montaña de Sión, a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, a millares de ángeles, a la asamblea festiva, (Hebreos 12, 22)

  • En efecto, el cuerpo de las víctimas, cuya sangre introduce el sumo sacerdote en el santuario para el rito de la absolución de los pecados, es quemado fuera del campamento. (Hebreos 13, 11)

  • Por eso también Jesucristo, para santificar al pueblo por su propia sangre, murió fuera de la ciudad. (Hebreos 13, 12)

  • Porque no tenemos aquí abajo ciudad permanente, sino que buscamos la futura. (Hebreos 13, 14)

  • Y ahora vosotros, los que decís: "Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y pasaremos allí el año, negociando y ganando dinero"; (Santiago 4, 13)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina