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  • nadie los toca, a no ser con un hierro o con el asta de la lanza, y son totalmente quemados en el fuego". (II Samuel 23, 7)

  • Faraón, rey de Egipto, se había apoderado de Guézer y le había pegado fuego matando a los cananeos que habitaban la ciudad, y la había dado luego en dote a su hija, esposa de Salomón. (I Reyes 9, 16)

  • Cuando Zimrí vio que la ciudad estaba tomada, se refugió en la ciudadela del palacio real; le prendió fuego, y así murió (I Reyes 16, 18)

  • Pues bien, que nos den dos novillos. Que ellos elijan un novillo, que lo descuarticen y que lo pongan sobre la leña, pero sin poner fuego. (I Reyes 18, 23)

  • Que invoquen ellos el nombre de sus dioses y yo invocaré el nombre del Señor. El dios que responda enviando fuego, ése será el verdadero Dios". El pueblo respondió: "¡Está muy bien!". (I Reyes 18, 24)

  • Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: "Elegid vosotros un novillo y preparadlo vosotros primero, porque sois más. Invocad el nombre de vuestros dioses sin prender fuego". (I Reyes 18, 25)

  • Entonces cayó fuego del Señor y devoró el holocausto, la leña, las piedras y el polvo y secó el agua de la zanja. (I Reyes 18, 38)

  • Tras el terremoto, un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y al fuego siguió un ligero susurro de aire. (I Reyes 19, 12)

  • Elías le respondió: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta". Bajó fuego del cielo, y lo devoró a él y a sus cincuenta. (II Reyes 1, 10)

  • Elías respondió: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta". Bajó fuego del cielo y lo devoró a él y a sus cincuenta. (II Reyes 1, 12)

  • Ha bajado fuego del cielo y ha devorado a los dos capitanes de cincuenta y a su gente, pero ahora, que mi vida sea preciosa a tus ojos". (II Reyes 1, 14)

  • Y mientras iban caminando y conversando, un carro de fuego, con caballos de fuego, pasó entre los dos, y Elías fue arrebatado en un torbellino hacia el cielo. (II Reyes 2, 11)


“O medo excessivo nos faz agir sem amor, mas a confiança excessiva não nos deixa considerar o perigo que vamos enfrentar”. São Padre Pio de Pietrelcina