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  • Y continuó: Ya he visto a este pueblo: es un pueblo de cabeza dura; (Deuteronomio 9, 13)

  • Circuncidad vuestro corazón y no sigáis más con vuestra cabeza dura, (Deuteronomio 10, 16)

  • porque yo sé que eres un pueblo rebelde y de cabeza dura. Si hoy, cuando yo estoy todavía en medio de vosotros, sois rebeldes al Señor, cuánto más lo seréis después de mi muerte. (Deuteronomio 31, 27)

  • Le hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra, lo alimentó con los productos de los campos, le dio a gustar miel de las peñas, aceite de la dura roca. (Deuteronomio 32, 13)

  • Los de Asdod, al ver esto, se dijeron: "Que no continúe con nosotros el arca del Dios de Israel, porque es muy dura su mano sobre nosotros y sobre Dagón, nuestro Dios". (I Samuel 5, 7)

  • David preguntó a Jonatán: "¿Quién me comunicará si tu padre te da una respuesta dura?". (I Samuel 20, 10)

  • Aquel día hubo una batalla muy dura, y Abner y los de Israel fueron vencidos por los partidarios de David. (II Samuel 2, 17)

  • "Tu padre nos ha puesto un yugo muy pesado. Alivia tú la dura servidumbre de tu padre y el pesado yugo que puso sobre nosotros, y te serviremos". (I Reyes 12, 4)

  • Pero no hicieron caso, tuvieron una cabeza dura, como sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios; (II Reyes 17, 14)

  • "Tu padre nos ha puesto un yugo muy pesado; alivia tú la dura servidumbre de tu padre y el pesado yugo que puso sobre nosotros, y te serviremos". (II Crónicas 10, 4)

  • No seáis de cabeza dura como vuestros padres. Tended vuestras manos al Señor y venid al santuario que él ha santificado para siempre. Servid al Señor, Dios vuestro, y el furor de su ira se apartará de vosotros. (II Crónicas 30, 8)

  • realizaste milagros y prodigios contra el Faraón, contra todos sus siervos y contra el pueblo entero de su país, porque sabías que los habían tratado con arrogancia, y te granjeaste un renombre que todavía hoy dura. (Nehemías 9, 10)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina