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Juzgó a la comunidad según la ley del Señor, y el Señor intervino en favor de Jacob. (Eclesiástico 46, 14)
Cuando los ramos están secos, se les rompe; vienen las mujeres y los queman. Por ser un pueblo sin inteligencia no se compadece de él su creador, no le da su favor el que le ha formado. (Isaías 27, 11)
Eliaquín, Sebná y Yoaj respondieron al general: "Habla, por favor, en arameo a tus siervos, porque nosotros lo entendemos; no nos hables en judío a oídos del pueblo que está tras la muralla". (Isaías 36, 11)
"Señor, acuérdate, por favor, de que he caminado fielmente en tu presencia con corazón honrado, haciendo lo que es recto a tus ojos". Y Ezequías rompió a llorar copiosamente. (Isaías 38, 3)
gordos y rollizos. Han sobrepasado la medida del mal, no hacen justicia, no respetan el derecho de los huérfanos, ni dictan sentencia en favor de los pobres. (Jeremías 5, 28)
Y tú no intercedas en favor de este pueblo, no eleves por ellos súplicas ni oraciones, no insistas cerca de mí, pues yo no te escucharé. (Jeremías 7, 16)
Y tú no intercedas en favor de este pueblo, no eleves por ellos ni súplicas ni oraciones: porque no les escucharé cuando acudan en el tiempo de su desgracia". (Jeremías 11, 14)
Y el Señor me dijo: "No intercedas en favor de este pueblo. (Jeremías 14, 11)
¿Acaso se devuelve mal por bien? Pues están cavando una fosa para mí. Recuerda cómo me he presentado ante ti para hablarte en favor suyo y alejar de ellos tu furor. (Jeremías 18, 20)
"Consulta al Señor acerca de nosotros, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos hace la guerra. Tal vez el Señor renueve en favor nuestro todas sus maravillas y nuestro enemigo se aleje de nosotros". (Jeremías 21, 2)
Tú otorgas tu favor a millares de generaciones y castigas la iniquidad de los padres tan sólo en los hijos que vienen después de ellos, Dios grande y poderoso, que te llamas "el Señor todopoderoso", (Jeremías 32, 18)
Ahora, pues, por favor, escucha, oh rey, mi señor: Dígnate acoger mi súplica y no me vuelvas a mandar a la casa del secretario Jonatán, para que no muera yo allí". (Jeremías 37, 20)