pronađen 599 Rezultati za: fruto del Espíritu

  • La higuera les respondió: ¿Voy yo a renunciar a mi dulzura y a mi excelente fruto para ir a balancearme sobre los árboles? (Jueces 9, 11)

  • Después el Señor mandó un espíritu de discordia entre Abimelec y los nobles de Siquén, y los nobles de Siquén se levantaron contra Abimelec, (Jueces 9, 23)

  • El espíritu del Señor vino sobre Jefté, que recorrió Galaad y Manasés, pasó a Mispá de Galaad, y de allí al territorio de los amonitas. (Jueces 11, 29)

  • Y el espíritu del Señor comenzó a actuar en él en el campo de Dan, entre Sorá y Estaol. (Jueces 13, 25)

  • El espíritu del Señor se apoderó de Sansón y, con sólo las manos, desgarró al león como se desgarra un cabrito. Pero no contó a sus padres lo que había hecho. (Jueces 14, 6)

  • Entonces el espíritu del Señor se apoderó de Sansón, bajó a Ascalón y mató a treinta hombres, les quitó sus vestidos y se los dio a los que habían adivinado su acertijo; y, enfurecido, se volvió a la casa de su padre. (Jueces 14, 19)

  • Cuando llegó a Lejí, los filisteos corrieron a su encuentro. Entonces el espíritu del Señor se apoderó de él; las sogas con que estaba atado fueron como hilos de lino quemados por el fuego y las ataduras de sus brazos se deshicieron. (Jueces 15, 14)

  • Entonces se apoderará de ti el espíritu del Señor, profetizarás con ellos y serás transformado en otro hombre. (I Samuel 10, 6)

  • Cuando llegaron a Guibeá se encontraron con un grupo de profetas; el espíritu del Señor se apoderó de Saúl, y profetizó como ellos. (I Samuel 10, 10)

  • Al oír Saúl estas cosas, el espíritu de Dios se apoderó de él y se encendió en cólera. (I Samuel 11, 6)

  • Samuel tomó el cuerno del aceite y le ungió en presencia de sus hermanos. El espíritu del Señor se apoderó de David a partir de aquel día. Samuel se fue y volvió a Ramá. (I Samuel 16, 13)

  • El espíritu del Señor se había retirado de Saúl, y un espíritu maligno, enviado por el Señor, se apoderó de él. (I Samuel 16, 14)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina