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  • Pero luego, al pedirle por sus bienes, por casamientos y por sus hijos, no se avergüenza de hablar con un trasto sin vida. Pide la salud a una cosa que no tiene fuerza alguna, (Sabiduría 13, 17)

  • La visita divina se extenderá a los ídolos de los gentiles, porque en la creación de Dios se han convertido en algo aborrecible, en escándalo para las almas de los hombres y en lazo para los pies de los necios. (Sabiduría 14, 11)

  • Otras, en cambio, aun en medio del agua, la llama ardía con más fuerza que el fuego, para destruir los frutos de una tierra injusta. (Sabiduría 16, 19)

  • En cambio, este mismo fuego se olvidaba de su propia fuerza, para que los justos se alimentaran; (Sabiduría 16, 23)

  • Una ráfaga de viento, el canto melodioso de los pájaros en la enramada, el rumor cadencioso de las aguas que se precipitan con fuerza, el rudo estrépito de piedras que se despeñan, (Sabiduría 17, 18)

  • Venció la revuelta no con la fuerza del cuerpo ni con el empuje de las armas, sino que con la palabra desarmó al que los castigaba, alegando los juramentos y los pactos patriarcales. (Sabiduría 18, 22)

  • A la vista de estas insignias, el exterminador retrocedió asustado, pues era suficiente la simple experiencia de la ira divina. (Sabiduría 18, 25)

  • El fuego en el agua redoblaba su propia fuerza, y el agua olvidaba su fuerza extintora. (Sabiduría 19, 20)

  • No sigas tus impulsos y tu fuerza yendo tras las pasiones de tu corazón. (Eclesiástico 5, 2)

  • No pretendas ser juez si no tienes fuerza suficiente para reprimir la injusticia, no sea que te acobardes ante el poderoso y pongas en peligro tu rectitud. (Eclesiástico 7, 6)

  • Hay quien es débil y necesita ayuda, falto de fuerza y sobrado de pobreza; pero el Señor lo mira con bondad, lo alza de su miseria (Eclesiástico 11, 12)

  • Hay quien se enriquece a fuerza de afán y de avaricia, y ésta es su recompensa. (Eclesiástico 11, 18)


“Todas as percepções humanas, de onde quer que venham, incluem o bem e o mal. É necessário saber determinar e assimilar todo o bem e oferecê-lo a Deus, e eliminar todo o mal.” São Padre Pio de Pietrelcina