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  • Por la herida de la hija de mi pueblo estoy herido, angustiado; el espanto me invade. (Jeremías 8, 21)

  • ¡Ay, infeliz de mí! ¡Qué desventura! Mi herida es incurable. ¡Y yo que me decía: éste es mi mal, lo podré soportar! (Jeremías 10, 19)

  • Tú les dirás estas palabras: "Mis ojos se derriten en lágrimas noche y día sin descanso, por el gran desastre que quebranta a la virgen, hija de mi pueblo, por su gravísima herida. (Jeremías 14, 17)

  • ¿Por qué mi dolor no tiene fin? ¿Por qué mi herida es incurable, indócil al remedio? ¿Vas a ser para mí como un arroyo engañador, de aguas caprichosas? (Jeremías 15, 18)

  • Esto dice el Señor: Tu herida es incurable, insanable tu llaga. (Jeremías 30, 12)

  • ¿Por qué gritas por tu herida? Incurable es tu dolor. Por tu enorme iniquidad, por tus delitos incontables te he hecho esto. (Jeremías 30, 15)

  • Buscaré la oveja perdida y haré volver a la descarriada; vendaré a la herida, fortaleceré a la flaca, cuidaré de la gorda y robusta; las apacentaré como es justo. (Ezequiel 34, 16)

  • Porque su herida es incurable, hasta Judá ha llegado; ha herido hasta la capital de mi pueblo, hasta Jerusalén. (Miqueas 1, 9)

  • No hay remedio para tu herida, tu llaga es incurable; los que lo saben baten palmas por tu ruina; pues ¿sobre quién no descargó sin cesar tu crueldad? (Nahún 3, 19)

  • Porque voy a poner en este país a un pastor insensato, que no se preocupará de la oveja perdida, ni buscará la que anda descarriada, ni curará a la herida, ni alimentará a las sanas; sino que comerá la carne de las más gordas y no dejará ni las pezuñas. (Zacarías 11, 16)

  • Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su llaga mortal había sido curada. Toda la tierra, maravillada, seguía a la bestia. (Apocalipsis 13, 3)

  • Con los prodigios que le ha sido concedido realizar en presencia de la bestia seduce a los habitantes de la tierra y les dice que hagan una estatua a la bestia (la que fue herida con espada y revivió). (Apocalipsis 13, 14)


“Para que se preocupar com o caminho pelo qual Jesus quer que você chegue à pátria celeste – pelo deserto ou pelo campo – quando tanto por um como por outro se chegará da mesma forma à beatitude eterna?” São Padre Pio de Pietrelcina