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  • Escribid, pues, a los judíos como mejor os parezca en nombre del rey y selladlo con el sello del rey, pues un documento expedido en nombre del rey y sellado con su anillo es irrevocable". (Ester 8, 8)

  • El día veintitrés del tercer mes, el mes de siván, fueron convocados los amanuenses del rey para escribir cartas, como quiso Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los jefes de las ciento veintisiete provincias que se extienden desde India a Etiopía. A cada provincia en su escritura, y a cada pueblo en su lengua; a los judíos también en su escritura y en su lengua. (Ester 8, 9)

  • En las cartas, el rey concedía a los judíos, fuera cualquiera la ciudad en que habitasen, el derecho de unirse para defender la propia vida, y de matar, exterminar y acabar con las personas armadas de cualquier pueblo o provincia que los atacasen, incluidos las mujeres y los niños, así como de apoderarse del botín. (Ester 8, 11)

  • El decreto debía ser publicado como ley en todas las provincias y en todas las poblaciones, a fin de que los judíos estuviesen preparados aquel día para vengarse de sus enemigos. (Ester 8, 13)

  • Para los judíos había nacido un día de luz, de alegría, de gloria y de triunfo. (Ester 8, 16)

  • En las provincias y poblaciones adonde llegaban las órdenes del decreto real tuvieron los judíos alegría y gozo, convites y fiestas. Muchos se hacían judíos por el miedo que les tenían. (Ester 8, 17)

  • El trece de adar, duodécimo mes del año, día en que los enemigos de los judíos esperaban apoderarse de ellos, ocurrió lo contrario, y fueron los judíos los que se apoderaron de sus enemigos. (Ester 9, 1)

  • Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para meterse contra los que habían intentado su exterminio, y nadie se les oponía porque era mucho el miedo que se había esparcido en las poblaciones. (Ester 9, 2)

  • Los jefes de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los funcionarios reales defendían a los judíos por miedo a Mardoqueo. (Ester 9, 3)

  • Los judíos hirieron con la espada a todos sus enemigos. Fue una verdadera matanza, un auténtico exterminio, haciendo de sus enemigos todo lo que quisieron. (Ester 9, 5)

  • Sólo en la ciudad de Susa los judíos mataron a quinientos hombres, (Ester 9, 6)

  • los diez hijos de Amán, hijo de Hamdatá, el perseguidor de los judíos, pero no saquearon sus bienes. (Ester 9, 10)


“Cuide de estar sempre em estado de graça.” São Padre Pio de Pietrelcina