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  • ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no queréis aceptar mi doctrina. (Juan 8, 43)

  • Vosotros sois hijos del diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, pues no hay verdad en él. Cuando dice mentira, habla según su propia naturaleza, porque es mentiroso y padre de la mentira. (Juan 8, 44)

  • "Ya os lo he dicho y no me habéis hecho caso. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?". (Juan 9, 27)

  • Vosotros acostumbráis a que os suelte un preso por la pascua; ¿queréis que os suelte al rey de los judíos?". (Juan 18, 39)

  • "¿No os ordenamos solemnemente que no enseñaseis en nombre de ése? Y, sin embargo, habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina y queréis hacernos responsables de la sangre de este hombre". (Hechos 5, 28)

  • ¿Qué queréis? ¿Que vaya con la vara o con amor y con ternura? (I Corintios 4, 21)

  • Si algún pagano os invita y queréis ir, comed todo lo que os presente sin más averiguaciones por motivos de conciencia. (I Corintios 10, 27)

  • ¿Es que no tenéis vuestra casa para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y queréis dejar en vergüenza a los que no tienen? ¿Qué os voy a decir? ¿He de felicitaros? En esto no os puedo felicitar. (I Corintios 11, 22)

  • pero ahora que conocéis a Dios, o, mejor dicho, que sois conocidos por Dios, ¿cómo os volvéis de nuevo a los débiles y pobres elementos, a los cuales nuevamente queréis servir otra vez como esclavos? (Gálatas 4, 9)

  • Los que queréis estar bajo la ley, ¿habéis escuchado lo que dice la ley? (Gálatas 4, 21)

  • Los que queréis ser justificados por la ley quedáis desligados de Cristo y separados de la gracia. (Gálatas 5, 4)

  • Porque la carne lucha contra el espíritu, y el espíritu contra la carne; pues estas cosas están una frente a la otra para que no hagáis lo que queréis. (Gálatas 5, 17)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina