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  • A los maderistas que corten los árboles les daré 9.000 toneladas de trigo, 9.000 de cebada, 900 de vino y 900 de aceite para mantenimiento de tus siervos". (II Crónicas 2, 9)

  • Mándame el trigo, la cebada, el aceite y el vino prometidos a tus siervos, (II Crónicas 2, 14)

  • Lo mandaron llamar y vino. Jeroboán y toda la comunidad de Israel se presentaron a Roboán y le dijeron: (II Crónicas 10, 3)

  • Reforzó sus defensas, puso al frente de ellas gobernadores y las proveyó de almacenes de víveres, aceite y vino. (II Crónicas 11, 11)

  • Vino contra él Teglat-Falasar, rey de Asiria, y en vez de apoyarlo lo asedió. (II Crónicas 28, 20)

  • Hubo muchos holocaustos más, constituidos por la grasa de los sacrificios de acción de gracias y por las ofrendas de vino que acompañaban a los holocaustos. De esta manera se restableció el culto en el templo del Señor. (II Crónicas 29, 35)

  • Después de estos hechos y actos de fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria, invadió Judá y asedió las ciudades fortificadas con el propósito de conquistarlas. (II Crónicas 32, 1)

  • Construyó depósitos para almacenar vino, trigo y aceite, establos para las distintas clases de ganado y apriscos para sus rebaños. (II Crónicas 32, 28)

  • Sesbasar vino y echó los cimientos del templo de Dios en Jerusalén, que se viene reconstruyendo desde aquel día hasta el presente, pero aún no está terminado. (Esdras 5, 16)

  • Y todo lo que se precise para los holocaustos al Dios del cielo, novillos, carneros y corderos, sal, vino y aceite, según las exigencias de los sacerdotes de Jerusalén, se les dará cada día sin falta, (Esdras 6, 9)

  • Con este dinero comprarás novillos y corderos con las correspondientes ofrendas de pan y de vino para ofrecerlo luego en el altar del templo de vuestro Dios, en Jerusalén. (Esdras 7, 17)

  • hasta tres mil cuatrocientos kilos de plata, cuarenta y cinco toneladas de trigo, cuatro mil quinientos litros de vino cuatro mil quinientos de aceite; la sal se le dará sin tasa. (Esdras 7, 22)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina