II Reyes, 8
11. Después fijó la mirada y permaneció así largo rato. Y el hombre de Dios lloró.
11. Después fijó la mirada y permaneció así largo rato. Y el hombre de Dios lloró.
“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina