Malaquías, 3

17. Ellos constituirán -dice el Señor todopoderoso- mi propiedad en el día aquel que yo preparo; sí, los perdonaré como un hombre perdona a su hijo que le sirve.

Stihovi vezani uz Malaquías, 3:

Malachi 3 habla sobre la venida del Señor para purificar y juzgar al pueblo de Israel. Él reprende a la gente por su infidelidad e injusticia, pero también ofrece esperanza a quienes se arrepienten y recurren a Dios. Aquí hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Malachi 3:

Isaías 1:18: "Ven entonces, y argumenta, dígame el Señor; incluso si tus pecados son como escarlatas, se volverán blancos como la nieve; incluso si son rojos como carmesim, se volverán como lana". Este versículo habla sobre la posibilidad de arrepentimiento y purificación de los pecados a través del perdón de Dios, que es un tema importante en Malachi 3.

Proverbios 3:11-12: "Mi hijo, no rechace la disciplina del Señor, ni te asco por su reprensión. Por el Señor reprende a quien ama, como un padre para el hijo al que quiere bien. " Este versículo habla sobre la disciplina amorosa de Dios, que se menciona en Malachi 3 como un medio para purificar a la gente de Israel.

Salmo 50:3: "Nuestro Dios viene y no mantiene el silencio; delante de él quemando un fuego devorador, y a su alrededor hay una gran tormenta". Este versículo habla sobre la venida de Dios a juzgar y purificar, que es un tema importante en Malachi 3.

Isaías 40:3: "Voz de lo que llora en el desierto: preparar el camino del Señor; enderezar en el desierto a nuestro Dios". Este versículo habla sobre la preparación para la venida del Señor, que es un tema importante en Malachi 3. Muestra que la llegada del Señor es un evento que requiere preparación y arrepentimiento.

Salmo 51:10: "Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renova en mí un espíritu estable". Este versículo habla sobre la necesidad de purificación interna, que se menciona en Malachi 3 como una de las consecuencias de la venida del Señor. Él muestra que la purificación externa no es suficiente y que se necesita un corazón y un espíritu puro para agradar a Dios.