Habacuc, 3
14. Traspasas con tus flechas la cabeza de sus jefes, que se lanzaban gozosos para aplastarnos, para devorar callando al desdichado.
14. Traspasas con tus flechas la cabeza de sus jefes, que se lanzaban gozosos para aplastarnos, para devorar callando al desdichado.
“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina