23. En cada Iglesia designaban presbíteros y, después de orar y ayunar, los encomendaban al Señor en quien habían creído.





“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina