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  • Salió entonces otro caballo de color rojo fuego. Al que lo montaba se le ordenó que desterrara la paz de la tierra, y se le dio una gran espada para que los hombres se mataran unos a otros. (Apocalipsis 6, 4)

  • Se presentó un caballo verdoso. Al que lo montaba lo llamaban Muerte, y detrás de él iba otro: el Mundo del Abismo. Se le dio poder para exterminar a la cuarta parte de los habitantes de la tierra por medio de la espada, el hambre, la peste y las fieras. (Apocalipsis 6, 8)

  • Después de esto vi cuatro ángeles de pie en las cuatro esquinas de la tierra, que sujetaban a los cuatro vientos de la tierra para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre los árboles. (Apocalipsis 7, 1)

  • Luego vi a otro ángel que subía desde el oriente y llevaba el sello del Dios vivo. Gritó con voz poderosa a los cuatro ángeles autorizados para causar daño a la tierra y al mar: (Apocalipsis 7, 2)

  • Los siete ángeles de las siete trompetas se prepararon para tocar. (Apocalipsis 8, 6)

  • Estas langostas se parecen a caballos aparejados para la guerra. Pareciera que tienen en la cabeza coronas de oro y rostros como de seres humanos; (Apocalipsis 9, 7)

  • Tienen colas como de alacranes, y en las colas aguijones para torturar durante cinco meses a los hombres. (Apocalipsis 9, 10)

  • Y fueron soltados los cuatro ángeles que esperaban la hora, el día, el mes y el año, para exterminar a la tercera parte de la humanidad. (Apocalipsis 9, 15)

  • Yo enviaré a mis dos testigos vestidos con ropa de penitencia, para que proclamen mi palabra durante mil doscientos sesenta días. (Apocalipsis 11, 3)

  • Tienen poder para cerrar el cielo y que no caiga lluvia mientras dure su misión profética; tienen también poder para convertir las aguas en sangre y castigar la tierra con toda clase de plagas siempre que quieran. (Apocalipsis 11, 6)

  • Los habitantes de la tierra se alegran y se felicitan por ello, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas eran para ellos un tormento. (Apocalipsis 11, 10)

  • El segundo ¡Ay! ya pasó. El tercero está para llegar en seguida. (Apocalipsis 11, 14)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina