Talált 529 Eredmények: Aceite Santo
Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu de Yavé permaneció sobre David desde aquel día.Luego se marchó Samuel y volvió a Ramá. (1 Samuel 16, 13)
El escudo de Saúl no estaba ungido con aceite sino con la sangre de los heridos y con la grasa de los guerreros.El arco de Jonatán no retrocedió jamás ni la espada de Saúl se blandía en vano. (2 Samuel 1, 22)
Entonces mandó buscar a Tecoa a una mujer inteligente y le dijo: «Te ruego finjas estar de duelo. Vístete de luto y no te perfumes con aceite de modo que parezcas una mujer que desde hace tiempo lleva luto por un muerto. (2 Samuel 14, 2)
El sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite, que estaba en la Tienda de Yavé, y ungió con él a Salomón. (1 Reyes 1, 39)
La parte anterior de la casa, el Lugar Santo, medía veinte metros. (1 Reyes 6, 17)
A la entrada del Lugar Santo puso puertas con postes de olivo silvestre, siendo las dos hojas de madera de ciprés. (1 Reyes 6, 33)
Estas barras eran tan largas que sus puntas se veían desde el Lugar Santo que precede al Lugar Santísimo; pero no se veían desde afuera. Y permanecieron allí hasta el día de hoy. (1 Reyes 8, 8)
Cuando los sacerdotes salieron del Lugar Santo, la nube llenó la Casa de Yavé. (1 Reyes 8, 10)
Ella le respondió: «Por Yavé, tu Dios, no tengo ni una torta; no me queda nada de pan, sólo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en un cántaro. Estaba recogiendo un par de palos para el fuego y ahora vuelvo a casa a preparar esto para mí y mi hijo. Cuando lo hayamos comido, no nos quedará más que esperar la muerte.» (1 Reyes 17, 12)
Porque así dice Yavé, Dios de Israel: No se terminará la harina de la tinaja ni se agotará el aceite del cántaro hasta el día en que Yavé mande la lluvia a la tierra.» (1 Reyes 17, 14)
La harina de la tinaja no se agotó ni disminuyó el aceite del cántaro, según lo que había prometido Yavé por medio de Elías. (1 Reyes 17, 16)
Eliseo dijo: «¿Qué puedo hacer por ti? Dime lo que tienes en tu casa.» Ella respondió: «No tengo absolutamente nada más que un poco de aceite para el aseo.» (2 Reyes 4, 2)