Talált 529 Eredmények: Aceite Santo

  • Si presentas una ofrenda preparada en sartén, ésta será de flor de harina con aceite. (Levítico 2, 7)

  • Echarás por encima aceite e incienso, por ser una ofrenda. (Levítico 2, 15)

  • El sacerdote quemará en tu nombre parte del grano molido y del aceite, con todo el incienso. Es un sacrificio por el fuego para Yavé. (Levítico 2, 16)

  • Si a esta persona tampoco le alcanza para ofrecer dos tórtolas o dos pichones, ofrecerá por su pecado, para que se le perdone, una décima parte de flor de harina. No le pondrá aceite, ni pondrá encima incienso, pues es ofrenda por el pecado. (Levítico 5, 11)

  • El sacerdote tomará de la ofrenda un puñado de flor de harina mezclada con aceite y todo el incienso que haya puesto encima, y lo quemará en el altar para Yavé en nombre del que la ofreció. (Levítico 6, 8)

  • Lo que quede será para Aarón y sus hijos: lo comerán sin ponerle levadura en un lugar santo dentro de la Morada. (Levítico 6, 9)

  • Todo varón de la descendencia de Aarón podrá comerla. Está será para sus descendientes una ley perpetua: todo lo que toque esas cosas sacrificadas por el fuego para Yavécosas pasará a ser santo también.» (Levítico 6, 11)

  • La freirán en aceite, en una sartén, y la ofrecerás caliente; presentarás los pedacitos fritos como ofrenda de calmante olor para Yavé. (Levítico 6, 14)

  • El sacerdote que la ofrece la comerá en un lugar santo, a la entrada de la Tienda de las Citas. (Levítico 6, 19)

  • Cualquier cosa que toque las carnes sacrificadas será santificada; si cae una gota de su sangre sobre algún vestido, se lavará en lugar santo; (Levítico 6, 20)

  • en cambio, toda ofrenda amasada en aceite o seca, se dará a todos los hijos de Aarón, en proporciones iguales. (Levítico 7, 10)

  • Si se ofrece en acción de gracias, lo acompañan panes sin levadura amasados con aceite, tortas sin levadura untadas con aceite, y flor de harina amasada y sobada con aceite. (Levítico 7, 12)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina