Talált 25 Eredmények: Ayudantes
Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los ayudantes y los demás israelitas se establecieron en sus ciudades. (Nehemías 7, 72)
Y el resto del pueblo, de los sacerdotes y de los levitas, los porteros, los cantores y los ayudantes, y todos cuantos se habían separado de los habitantes del país para seguir la Ley de Dios junto con sus mujeres y sus hijos e hijas en edad de comprender. (Nehemías 10, 29)
Estos son los jefes de la provincia que se quedaron viviendo en Jerusalén. Respecto a las ciudades de Judea, cada uno se estableció en su propiedad, en la ciudad de su familia, tanto el pueblo de Israel como sus sacerdotes y levitas, los ayudantes y los hijos de los siervos de Salomón. (Nehemías 11, 3)
Los ayudantes habitaban el Ofel; Sijá y Guispá estaban al frente de los ayudantes. (Nehemías 11, 21)
Cuando apareció Judit ante Holofernes y sus ayudantes, quedaron maravillados de la belleza de su rostro. Ella se puso de rodillas, pero los ayudantes de Holofernes la levantaron. (Judit 10, 23)
Los ayudantes la llevaron a su tienda, donde durmió hasta medianoche. (Judit 12, 5)
Cuando Simón y sus hijos estuvieron ebrios, Tolomeo y sus ayudantes tomaron sus armas y se echaron sobre Simón en medio del banquete, matándole a él, a sus dos hijos y a algunos de sus servidores. (1 Macabeos 16, 16)
Llegando a Jerusalén, simulando paz, esperó hasta el día sagrado del sábado. Entonces sorprendió a los judíos en su descanso. Ordenó a sus ayudantes que hicieran un desfile militar, (2 Macabeos 5, 25)
Jesús también los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los ayudantes, lo siguieron. (Evangelio según San Marcos 1, 20)
Pues tanto él como sus ayudantes se habían quedado sin palabras por la pesca que acababan de hacer. (Evangelio según San Lucas 5, 9)
El jefe de la guardia fue con sus ayudantes y los trajeron, pero sin violencia, porque tenían miedo de ser apedreados por el pueblo. (Hecho de los Apóstoles 5, 26)
Somos, pues, los ayudantes de Dios, y ahora les suplicamos que no hagan inútil la gracia de Dios que han recibido. (2º Carta a los Corintios 6, 1)