Talált 121 Eredmények: Enviado

  • y ella respondió: «Escuchen la palabra que dirige Yavé a ese hombre que los ha enviado a mí. (2 Crónicas 34, 23)

  • Y al rey de Judá que los ha enviado para consultar a Yavé, le dirán: Así dice Yavé, Dios de Israel, acerca de las palabras que has oído. (2 Crónicas 34, 26)

  • La carta que me han enviado ha sido leída palabra por palabra en mi presencia. (Esdras 4, 18)

  • Había comprendido que Semeías no había sido enviado por Dios, sino que Tobías lo había comprado para que me asustara. (Nehemías 6, 12)

  • Ahora bien, Dios me ha enviado para sanarte a ti y a tu nuera. (Tobías 12, 14)

  • Bendigan ahora y den gracias al Señor; yo me voy al que me ha enviado. Escriban en un libro lo que se ha cumplido.» Y en seguida desapareció. (Tobías 12, 20)

  • ¡Viva Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y viva su poder que te ha enviado para poner en el recto camino a todo viviente! Gracias a tu poder, no sólo los hombres le sirven, sino que hasta las bestias salvajes, los ganados y las aves del cielo viven para Nabucodonosor y toda su casa. (Judit 11, 7)

  • Han enviado mensajeros a Jerusalén (donde el pueblo hace lo mismo), para conseguir autorización de los Ancianos. (Judit 11, 14)

  • «Judas Macabeo, sus hermanos y el pueblo de Israel nos han enviado ante ustedes para concertar una alianza de paz y para que seamos contados entre sus aliados y amigos.» (1 Macabeos 8, 20)

  • (Jonatán había enviado a su hermano Juan como encargado del pueblo para rogar a los nabateos, sus amigos, que guardaran en depósito su equipaje, que era mucho. (1 Macabeos 9, 35)

  • El ejército de los paganos le salió al encuentro en la llanura. Pero habían enviado hombres a los cerros detrás de él, mientras lo atacaban de frente. (1 Macabeos 11, 68)

  • Los que fueron a Roma entraron al Senado y les dijeron: «El sumo sacerdote Jonatán y la nación de los judíos nos han enviado a renovar con ustedes la amistad y la alianza que nos unió anteriormente.» (1 Macabeos 12, 3)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina