Talált 859 Eredmények: Gad

  • Asergada, Hasemón, Betfelet, (Josué 15, 27)

  • Seraím, Aditaím, Gadera y Gederotaím; catorce ciudades y sus aldeas. Senán, Adasa, Magdalgad, (Josué 15, 36)

  • Nebsán, Ciudad de la Sal y Engaddi; seis ciudades y sus aldeas. (Josué 15, 62)

  • Los levitas no tendrán parte al lado de sus hermanos, pues ya recibieron su herencia al ser sacerdotes de Yavé. En cuanto a los de Gad y de Rubén y de la media tribu de Manasés, ya recibieron de Moisés su parte al oriente del Jordán.» (Josué 18, 7)

  • Permanecerá en aquella ciudad hasta que comparezca ante la asamblea para ser juzgado y hasta que muera el Sumo Sacerdote que en esa fecha esté en funciones. Entonces podrá volver el que dio muerte a un hombre a su patria y a su casa desde donde huyó. (Josué 20, 6)

  • Más allá del Jordán, al oriente de Jericó, destinaron a Bosor, situada en el desierto de la meseta de la tribu de Rubén; a Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y a Golán en Basán, de la tribu de Manasés. (Josué 20, 8)

  • Estas ciudades fueron señaladas para todos los hijos de Israel y para los forasteros que habitaban entre ellos, a fin de que sirvieran de asilo al que sin querer hubiese muerto a un hombre. Ese no sería muerto por el pariente de la víctima antes de haber sido juzgado por la comunidad. (Josué 20, 9)

  • Los hijos de Merarí recibieron para sus familias doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón. (Josué 21, 7)

  • De la tribu de Gad, Ramot en Galaad, ciudad de refugio, Manaím, (Josué 21, 38)

  • Entonces Josué convocó a los rubenitas, gaditas, a la media tribu de Manasés, (Josué 22, 1)

  • les dijo: «Regresen a sus casas con grandes riquezas, cargados de plata, oro, cobre, hierro y de toda clase de vestidos, y repartan con sus hermanos el botín de los enemigos.» (Josué 22, 8)

  • Con esto, los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés se separaron de los hijos de Israel en Silo, en el país de Canaán, el país que habían recibido de Moisés, conforme a la orden de Yavé. (Josué 22, 9)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina