Talált 207 Eredmények: Incienso Sagrado
Pero desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramar vino en su honor, nos ha faltado de todo y hemos perecido por la espada y de hambre.» (Jeremías 44, 18)
Y las mujeres añadieron: «Cuando nosotras ofrecíamos incienso y derramábamos vino en honor de la reina del cielo, ¿acaso era sin permiso de nuestros maridos? (Jeremías 44, 19)
«¿No ha sido, justamente, ese incienso que ustedes han ofrecido en las ciudades de Judá y en los barrios de Jerusalén, junto con sus padres, reyes y príncipes, lo que ha recordado Yavé y lo que le ha hecho palpitar el corazón? (Jeremías 44, 21)
Todas las calamidades que están ustedes padeciendo ahora, han sido porque ustedes ofrecieron incienso y pecaron así contra Yavé, no haciendo caso a su palabra y no portándose de acuerdo a su Ley, a sus mandamientos y órdenes.» (Jeremías 44, 23)
Ustedes, mujeres, piensan que tienen la obligación de cumplir los votos que han hecho, y dicen: «Tenemos que cumplir fielmente la proomesa que hemos hecho de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramar vino en su honor.» ¡Muy bien! ¡Cumplan sus mandas, derramen su vino! (Jeremías 44, 25)
Haré que en Moab no haya más quien haga ofrendas en los lugares altos, o queme incienso a su dios, dice Yavé. (Jeremías 48, 35)
Y les dijeron: «Les mandamos dinero para que compren holocaustos y ofrendas por el pecado e incienso, y para que ofrezcan sacrificios en el altar del Señor nuestro Dios, (Baruc 1, 10)
Las mujeres, ceñidas de cordones, se sientan en los caminos quemando afrechillo, como si fuera incienso. (Baruc 6, 42)
Sabrán que soy Yavé cuando los muertos se amontonen al lado de los ídolos, cerca de sus altares, en todas las colinas elevadas, bajo cualquier árbol verde y bajo cualquier frondosa encina, doquiera hayan ofrecido a sus porquerías el buen olor del incienso. (Ezequiel 6, 13)
Había allí setenta hombres, cada uno con su incensario en la mano, y el humo del incienso se elevaba. Eran los ancianos de Israel y entre ellos reconocí a Jeconías, hijo de Safán. (Ezequiel 8, 11)
Las cubriste con tus vestidos bordados y depositaste ante ellas mi aceite y mi incienso. (Ezequiel 16, 18)
Los hice entrar en el país que les había prometido con juramento, pero inmediatamente, en cualquier alta colina, bajo cualquier árbol verde, se pusieron a ofrecer sacrificios, a depositar perfumes de incienso y a hacer libaciones. (Ezequiel 20, 28)