Talált 797 Eredmények: Judá y Simeón
En Ribla mandó degollar a los hijos de Sedecías ante sus propios ojos, y lo mismo hizo con todos los jefes de Judá. (Jeremías 52, 10)
quien los mandó matar en Ribla, en la región de Jamat. Entonces fue desterrado Judá lejos de su tierra. (Jeremías 52, 27)
Pero en el año treinta y siete del destierro de Joaquín, rey de Judá, el día veinticinco del duodécimo mes, Evilmerodac, rey de Babilonia, durante el primer año de reinado, indultó a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó de la cárcel. (Jeremías 52, 31)
El pueblo de Judá ha sido desterrado; sufre atropellos y dura servidumbre. Vive en medio de pueblos extranjeros y no encuentra descanso; sus enemigos lo persiguieron y le dieron alcance. (Lamentaciones 1, 3)
Derribó Yavé a los valientes que cuidaban mis ciudades. Reunió un consejo contra mí para sacrificar a mis jóvenes. El Señor ha pisado en el lagar a la virgen, Hija de Judá. (Lamentaciones 1, 15)
El Señor ha destruido sin piedad todas las moradas de Jacob; ha destruido, en su furor, las fortalezas de la Hija de Judá; ha echado por tierra, ha profanado al reino y a sus príncipes. (Lamentaciones 2, 2)
El Señor se ha portado como enemigo; ha destruido a Israel: ha destruido todos sus palacios, ha derribado sus fortalezas, no le dejó a la Hija de Judá sino llantos y lamentos. (Lamentaciones 2, 5)
Violaron a las mujeres en Sión; a las jóvenes en las ciudades de Judá. (Lamentaciones 5, 11)
Baruc leyó las palabras de este libro en presencia de Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y delante de todo el pueblo que acudía a oírlas. (Baruc 1, 3)
Antes de partir, el día diez del mes de Siván, había tomado los vasos del Templo del Señor que habían sido robados, para devolverlos a la tierra de Judá. Eran los vasos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, (Baruc 1, 8)
Dirán: Que todos reconozcan la justicia del Señor, nuestro Dios. En cambio, a nosotros nos corresponde la vergüenza y también a los habitantes de Judá y de Jerusalén, (Baruc 1, 15)
Por eso el Señor cumplió la palabra que había pronunciado en contra nuestra, contra nuestros gobernantes que gobernaron a Israel, contra nuestros reyes y nuestros jefes, tanto en Israel como en Judá. (Baruc 2, 1)