Talált 797 Eredmények: Judá y Simeón

  • En aquellos días traeré de vuelta a los cautivos de Judá y de Jerusalén. (Joel 4, 1)

  • y vendieron los hijos de Judá y los hijos de Israel a los griegos, alejándolos de su tierra, (Joel 4, 6)

  • Venderé a los hijos e hijas de ustedes por medio de los hijos de Judá, que los venderán a los sabeos, nación lejana. Yavé lo ha dicho. (Joel 4, 8)

  • En aquellos días los montes destilarán vino, y de las colinas manará leche; en todos los torrentes de Judá correrá el agua y una fuente saldrá de la Casa de Yavé para regar el valle de las acacias. (Joel 4, 18)

  • Egipto quedará todo en ruinas y Edom en un desierto desolado, por la violencia que cometieron contra los hijos de Judá, porque derramaron sangre inocente en su tierra. (Joel 4, 19)

  • Pero Judá será habitado para siempre, y Jerusalén, de generación en generación. No me quedaré indiferente sino que vengaré la sangre, pues sepan queYavé habita en Sión.» (Joel 4, 20)

  • Palabras de Amós, uno de los intendentes de los pastores de Tecoa. Estas son las revelaciones que tuvo acerca de Israel, en tiempo de Ozías, rey de Judá; y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. (Amós 1, 1)

  • Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Juda por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque han despreciado la Ley de Yavé y no han guardado sus preceptos, sino que se dejaron llevar por sus falsos dioses, detrás de los cuales corrían ya sus padres. (Amós 2, 4)

  • Prenderé fuego a Judá y se quemarán los palacios de Jerusalén.» (Amós 2, 5)

  • Luego Amasías fue a decirle a Amós: «Sal de aquí, visionario; vete a Judá, gánate allá la vida dándotelas de profeta, (Amós 7, 12)

  • No te alegres de la ruina de tu hermano en el día de su desgracia. No hagas burla de los hijos de Judá en el día de su angustia, no te rías de su miseria. (Abdías 1, 12)

  • Estas fueron las palabras de Yavé a Miqueas de Moreset en tiempos de Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá; y éstas, sus visiones sobre Samaria y Jerusalén. (Miqueas 1, 1)


“Devemos odiar os nossos pecados, visto que o amor ao Senhor significa paz”. São Padre Pio de Pietrelcina