Talált 27 Eredmények: Niña

  • ¡Hijo mío, guarda mis palabras, conserva como cosa preciosa mis consejos. Observa mis órdenes y vivirás, guarda mi enseñanza como a la niña de tus ojos. Apriétalos firmemente entre tus dedos, inscríbelos en las tablillas de tu corazón! (Proverbios 7, 1)

  • Guarda como objeto precioso la limosna que se hace, preserva las buenas obras de cada uno como a la niña de sus ojos. (Sirácides (Eclesiástico) 17, 22)

  • Nuevamente Gomer quedó embarazada y dio a luz una niña. Y Yavé dijo a Oseas: «Ponle el nombre de No Amada, porque yo no seguiré teniendo más compasión de Israel para seguir perdonándolo.» ( (Oseas 1, 6)

  • Cuando la niña ya estaba grandecita, Gomer quedó embarazada otra vez y dio a luz otro hijo. (Oseas 1, 8)

  • Se jugaron a los dados a mi pueblo; cambiaron al niño por la prostituta y a la niña la vendieron por vino para emborracharse. (Joel 4, 3)

  • Entonces les dijo: «Váyanse, la niña no ha muerto sino que está dormida.» Ellos se burlaban de él. (Evangelio según San Mateo 9, 24)

  • Después que echaron a toda la gente, Jesús entró, tomó a la niña por la mano, y la niña se levantó. (Evangelio según San Mateo 9, 25)

  • Jesús entró y les dijo: «¿Por qué este alboroto y tanto llanto? La niña no está muerta, sino dormida.» (Evangelio según San Marcos 5, 39)

  • Y se burlaban de él. Pero Jesús los hizo salir a todos, tomó consigo al padre, a la madre y a los que venían con él, y entró donde estaba la niña. (Evangelio según San Marcos 5, 40)

  • Tomándola de la mano, dijo a la niña: «Talitá kumi», que quiere decir: «Niña, te lo digo, ¡levántate!» (Evangelio según San Marcos 5, 41)

  • Pero Jesús les pidio insistentemente que no lo contaran a nadie, y les dijo que dieran algo de comer a la niña. (Evangelio según San Marcos 5, 43)

  • Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama; el demonio se había ido. (Evangelio según San Marcos 7, 30)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina