Talált 36 Eredmények: Ricos

  • Sean ricos en todo, y den con generosidad, y nosotros lo transformaremos en acciones de gracias a Dios. (2º Carta a los Corintios 9, 11)

  • Los que quieren ser ricos caen en tentaciones y trampas; un montón de ambiciones locas y dañinas los hunden en la ruina hasta perderlos. (1º Carta a Timoteo 6, 9)

  • Exige a los ricos que no sean arrogantes ni confíen en las riquezas, que son siempre inseguras; que más bien confíen en Dios, que nos proporciona todo generosamente para que lo disfrutemos. (1º Carta a Timoteo 6, 17)

  • Que practiquen el bien, que se hagan ricos en buenas obras, que den de buen corazón, que sepan compartir. (1º Carta a Timoteo 6, 18)

  • Miren, hermanos, ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe? ¿No les dará el reino que prometió a quienes lo aman? (Carta de Santiago 2, 5)

  • Ustedes, en cambio, los desprecian. Sin embargo, son los ricos quienes los aplastan a ustedes y los arrastran ante los tribunales. (Carta de Santiago 2, 6)

  • Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. (Carta de Santiago 5, 1)

  • Pues toda la corriente del mundo, -la codicia del hombre carnal, los ojos siempre ávidos, y la arrogancia de los ricos-, nada viene del Padre, sino del mundo. (1º Carta de Juan 2, 16)

  • Los reyes de la tierra, los ministros, los generales, los ricos, los poderosos y toda la gente, tanto esclavos como hombres libres, se escondieron en las cavernas y entre las rocas de los cerros, (Apocalipsis 6, 15)

  • Hace, pues, que todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se pongan una marca en la mano derecha o en la frente; (Apocalipsis 13, 16)

  • porque con el vino de su prostitución se han emborrachado todas las naciones; los reyes de la tierra pecaron con ella, y los comerciantes del mundo se hicieron ricos con ella, pues era buena para gastar.» (Apocalipsis 18, 3)

  • Y echando polvo sobre su cabeza, decían llorando y lamentándose: «¡Ay, ay de la Gran Ciudad, donde se hicieron muy ricos, gracias a su lujo, cuantos tenían naves en el mar! ¡En una hora ha quedado devastada!» (Apocalipsis 18, 19)


“Nossa Senhora está sempre pronta a nos socorrer, mas por acaso o mundo a escuta e se emenda?” São Padre Pio de Pietrelcina