Talált 36 Eredmények: dejan

  • Sus gobernantes se dejan comprar para dar una sentencia; sus sacerdotes cobran por una decisión; sus profetas sólo vaticinan si se les paga. Y todos se sienten tan seguros de Yavé que dicen: Si el Señor está con nosotros, ¿qué desgracia nos puede pasar? (Miqueas 3, 11)

  • a los que se separan de Yavé y dejan de seguirlo y no lo consultan. (Sofonías 1, 6)

  • Por lo tanto, ¡ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo. (Evangelio según San Mateo 23, 13)

  • Y Jesús añadió: «Ustedes dejan tranquilamente a un lado el mandato de Dios para imponer su propia tradición. (Evangelio según San Marcos 7, 9)

  • Y ustedes ya no dejan que esa persona ayude a sus padres. (Evangelio según San Marcos 7, 12)

  • Pero ella le respondió: «Señor, los perritos bajo la mesa comen las migajas que dejan caer los hijos.» (Evangelio según San Marcos 7, 28)

  • Los hombres, asimismo, dejan la relación natural con la mujer y se apasionan los unos por los otros; practican torpezas varones con varones, y así reciben en su propia persona el castigo merecido por su aberración. (Carta a los Romanos 1, 27)

  • Detrás de ellos dejan ruina y miseria. (Carta a los Romanos 3, 16)

  • Si ustedes han muerto con Cristo y así se han liberado de los reglamentos del mundo, ¿por qué se dejan adoctrinar ahora como si todavía fueran del mundo? (Carta a los Colosenses 2, 20)

  • Y si éstos, que se habían liberado de los vicios del mundo por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a esos vicios y se dejan dominar por ellos, su situación actual resulta peor que la primera. (2º Carta de Pedro 2, 20)

  • Ahora, sin embargo, estos hombres se dejan llevar por locuras parecidas: envilecen sus cuerpos y desprecian a las autoridades celestiales. (2º Carta de Pedro 3, 8)

  • No hay reposo, ni de día ni de noche, para los que adoran a la bestia y a su imagen, ni para quienes se dejan marcar con la marca de su nombre. El humo de su tormento se eleva por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 14, 11)


“Que o Espírito Santo guie a sua inteligência, faça-o descobrir a verdade escondida na Sagrada Escritura e inflame a sua vontade para praticá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina