Talált 372 Eredmények: ejército

  • Desearon que fuera su general y cuidara el Lugar Santo, designando por sí mismo a quienes dirigirían los trabajos y también a los que estarían a cargo de la administración, del ejército y de las fortalezas. (1 Macabeos 14, 42)

  • sabía que su situación era muy crítica y que el ejército lo había abandonado. (1 Macabeos 15, 12)

  • Al levantarse de mañana, avanzaron hacia la llanura y vieron que un ejército numeroso, infantería y caballería, venía a su encuentro. (1 Macabeos 16, 5)

  • Dividió su ejército en dos cuerpos y puso a los jinetes en medio de ellos, pues la caballería de los contrarios era muy numerosa. (1 Macabeos 16, 7)

  • Tocaron las trompetas y Cendebeo y su ejército salieron derrotados. Muchos de ellos cayeron, y los que quedaron, huyeron en dirección a la fortaleza. (1 Macabeos 16, 8)

  • su jefe partió para Persia con un ejército al parecer invencible, pero los sacerdotes de la diosa Nanea le tendieron una trampa y lo mataron en su templo. (2 Macabeos 1, 13)

  • Además Antíoco envió a Apolonio, con un ejército de veintidós mil soldados, con orden de degollar a todos los hombres de edad adulta y de vender a las mujeres y los niños. (2 Macabeos 5, 24)

  • Al saber Judas que Nicanor venía con un gran ejército, lo comunicó a los suyos. (2 Macabeos 8, 12)

  • entonces, dividió el ejército en cuatro cuerpos. Al frente de cada uno, puso a sus hermanos: Simón, José y Jonatán, con mil quinientos hombres cada uno. (2 Macabeos 8, 22)

  • Después, en un encuentro con el ejército de Timoteo y Báquides mataron a más de veinte mil hombres y se adueñaron de ciudades fortificadas. Repartieron los abundantes despojos por partes iguales entre ellos mismos, los que habían sido torturados, los huérfanos, las viudas y los ancianos. (2 Macabeos 8, 30)

  • quedó humillado con el auxilio de Dios por aquellos mismos que él había despreciado. Despojado de su rico traje, huyendo a través de los campos como fugitivo, llegó a Antioquía demasiado feliz todavía de haber escapado a la destrucción de su ejército. (2 Macabeos 8, 35)

  • Tan podrido estaba su cuerpo que hasta gusanos tenía y sus carnes, vivas aún, caían a pedazos entre desgarramientos y dolores. Su fetidez era intolerable y apartaba a todo el ejército. (2 Macabeos 9, 9)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina