Talált 539 Eredmények: maná del cielo

  • Sí, yo alzo al cielo mi mano y digo: «Tan cierto como vivo yo para siempre, (Deuteronomio 32, 40)

  • Dijo para José: ¡Que Yavé bendiga su tierra con el rocío del cielo y las aguas que surgen del abismo, (Deuteronomio 33, 13)

  • Israel habita seguro. La fuente de Jacob corre aparte en una tierra de trigo y de vino, y le llega rocío del cielo. (Deuteronomio 33, 28)

  • Pues los israelitas anduvieron cuarenta años por el desierto, hasta que murieron todos, toda esa generación que no obedeció a Yavé, y Yavé les juró que no los dejaría entrar a la tierra que mana leche y miel y que prometió a sus padres. (Josué 5, 6)

  • Y desde ese día en que consumieron los productos del país, cesó el maná. No hubo ya maná para los israelitas y ese año comieron lo que produce el país de Canaán. (Josué 5, 12)

  • Los hombres de Hay miraron atrás y vieron el humo que de la ciudad subía hacia el cielo y, al mismo tiempo, los israelitas se detuvieron en su huida para volverse contra ellos. (Josué 8, 20)

  • Mientras huían, Yavé hizo caer piedras desde el cielo sobre ellos hasta Azecá, matándolos. Y fueron más los que perecieron por la granizada que los muertos por la espada de los israelitas. (Josué 10, 11)

  • Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el pueblo hubo tomado desquite de sus enemigos. Así está escrito en el Libro del Justo. El sol se detuvo en medio del cielo y no se apresuró a ponerse casi un día entero. (Josué 10, 13)

  • Tecoá, Efratá, es decir, Belén, Fegor, Etam, Culón, Tatam, Sores, Canení, Galim, Beter, Mana; once ciudades con sus aldeas. (Josué 15, 59)

  • Y sucedió esto a la vista de Manoaj y su esposa: cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el Angel de Yavé subió también en la llama. Al verlo, Manoaj y su mujer cayeron rostro en tierra. (Jueces 13, 20)

  • Entonces, la señal de humo comenzó a subir de la ciudad y Benjamín, mirando atrás, vio que las llamas de toda la ciudad subían al cielo. (Jueces 20, 40)

  • Los que no murieron fueron atacados de tumores y los gritos de angustia de cada ciudad llegaban hasta el cielo. (1 Samuel 5, 12)


“Esforce-se, mesmo se for um pouco, mas sempre…” São Padre Pio de Pietrelcina